EN estos tiempos pandémicos a todas las instituciones se les ha ocurrido hacer un pacto para reactivar la economía, mientras la pobre economía está por los suelos. Al Gobierno de la nación, a la Junta de Andalucía y también a los ayuntamientos. Unos se firmaron con más éxito que otros, y algunos no se han firmado. El más admirable ha sido el de Sevilla, donde el alcalde socialista Juan Espadas consiguió que PSOE, PP, Ciudadanos, y además Adelante y Vox, apoyaran el pacto. Es decir, todo el arco iris político, desde la extrema izquierda a la extrema derecha. Si no reactivan Sevilla, se comprobará que estos pactos no sirven para nada. En Cádiz van con retraso y con ideas confusas.

La propuesta para elaborar un pacto en Cádiz fue aprobada en el pleno del 31 de julio, con los votos de Adelante y Ciudadanos. Estos últimos no sé si por despiste. Kichi y los suyos propusieron un pacto a la gaditana que no se limite a los cuatro grupos municipales y el edil no adscrito, sino que incluya a “agentes socioeconómicos locales plurales, como el sector público, el sector empresarial local privado de utilidad social (autónomos y pymes con una fuerte responsabilidad social, laboral y ambiental), y la economía social y solidaria además de la economía popular y comunitaria”.

Esa parte parece que la han copiado de un manual venezolano del anticapitalismo utópico. Pero ¿cuáles son los objetivos que pretenden cumplir? Un “nuevo modelo” que estaría basado en “salud universal, democracia económica y justicia socio-ambiental”. Ni que decir tiene que no han explicado cómo lo piensan hacer, ni de dónde saldría el dinero. Si bien eso es lo de menos, pues pretenden algo que excede las competencias municipales, y que obligaría a proclamar otra vez el cantón de Cádiz.

Sin embargo, es interesante apreciar que el anticapitalismo gaditano no se rinde y sigue pensando en mundos utópicos, ajenos a la realidad del siglo XXI. Se han quedado apeados en el siglo XIX, como si estuviéramos con la Mano Negra y don Fermín. Véase el concepto empresarial que se intuye. Esa idea maniquea de que lo público es lo bueno y lo privado es lo malo. Además de que la sanidad universal no depende del Ayuntamiento, la democracia económica tampoco, y la justicia socio-ambiental no sé lo que será, quizá más carriles para bicicletas y patinetes, o cambiar nombres a las calles, los estadios y los teatros para distraer.

Así será muy difícil que prospere un pacto; ni siquiera a la gaditana.

José Joaquín León