EL día después de que el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, visitara Cádiz, llegaron dos pateras a la playa de la Victoria, en horario matutino. Ambas a la zona donde se encuentran los estudios de Radio Cádiz, por lo que contó con la máxima transparencia informativa. Fueron vistos por decenas de personas que pasábamos por allí. Contribuyó a ello que mantuvieron sentados en la arena a los recién llegados durante bastante tiempo, se supone que para las pruebas médicas y gestiones pertinentes. A primeras horas de ayer llegaron otras pateras a Chipiona y Rota, por lo que parece que ha vuelto la temporada alta, aunque este año no hay Operación Paso del Estrecho.

La entrada de inmigrantes en estas penosas condiciones siempre se presta a la demagogia de la extrema derecha y la extrema izquierda. De eso se aprovechan las mafias y los explotadores. La inmigración irregular no preocupa al sistema, que la permite y ampara. Llega carne de cañón, para que sean explotados laboralmente en condiciones indignas. Para ellos son los trabajos que no quiere nadie. No suelen tener la misma suerte que Ansu Fati y su familia. Y sería fácil de corregir, si molestaran al sistema. Pero no les interesa que vengan inmigrantes regularizados y en condiciones dignas, porque tienen un coste superior. De ahí que fomentar las irregularidades sea un error.

No se comprende para que montaron el SIVE (Sistema Integrado de Vigilancia Exterior), que empezó a funcionar en 2002 en Algeciras, bajo el control de la Guardia Civil. Se montó cuando era presidente del Gobierno José María Aznar y lo elogiaron porque permitiría controlar las aguas del Estrecho para evitar las llegadas de pateras y para luchar contra el narcotráfico. Anunciaron que la inversión superaría los 230 millones de euros. Después el sistema se extendió a Canarias, donde también prolifera la inmigración en los cayucos. Pero el SIVE deja mucho que desear, según parece.

Las pateras del verano dan mucho juego para las fotos. Recuerden aquel desembarco en la playa de los Alemanes, de Zahara. Permitió difundir muchos comentarios, acerca de los pobres africanos que escapaban entre los ricos turistas que se bruñían al sol. De todo hay en las playas de Cádiz, también busquimanos. Un amigo me cuenta que ha visto una descarga de fardos de hachís la mar de curiosa, cerca de Los Caños de Meca, una tarde de agosto, a plena luz, a la hora de la siesta, concretamente.

¿Hasta cuándo durarán estos numeritos tan tristes en las costas de Cádiz?

José Joaquín León