LA buena gente está que se sube por las paredes con la comisión bananera para el nombre del estadio. Los nombres más votados eran Carranza y Ramón de Carranza, pero los colegas de Kichi decidieron cambiar las normas sobre la marcha, y eliminar todos los nombres propios, para que el estadio se llame Tacita de Plata o algo pamplinoso. Es una vergüenza para Cádiz, pero es preferible tomárselo de cachondeo, y que la señora Mara lo tenga en cuenta a la hora de sus votaciones y también para las mociones de censura. Sin embargo, lo peor no es eso, sino que parece que está en marcha la venganza del Carranza, y esto puede ser tremendo. De miedo. Habemus gafe. Y de los gordos.

Un lector indignado me dice: “Piden que el pueblo gaditano vote, y lo cambian cuando no les gusta el resultado. Votar no es vetar. Pero esa es la democracia de los comunistas. Sólo son demócratas cuando la gente los apoya”. Hombre, no hay que ponerse así. Eso ya había pasado en el marxismo. Incluso en el de Groucho Marx: “Estos son mis principios. Si no le gustan, tengo otros”. Pero vuelvo a decir que el problema no es el nombre del estadio, que de todos modos la gente seguirá llamando Estadio Carranza, pues lo de la Tacita de Plata suena a un equipo de patio. Lo peor es lo del gafe.

Desde que han creado esa comisión bananera (en la que Vizcaíno, con buen criterio, se negó a participar) el Cádiz pierde todos los partidos que juega en Carranza y, para colmo, con unas levanteras de más de 50 kilómetros/hora. El Cádiz no ha ganado desde que montaron la comisión del estadio, tenedlo en cuenta. Fantasmas los hay.

¿Y qué me dicen del Trofeo Ramón de Carranza? Lo iban a salvar. Lo presentaron en Casa Kichi, digo en el salón de plenos del Ayuntamiento, y ¿qué ha pasado? Lo han suspendido, por contagios de coronavirus. El míster del Cádiz, Álvaro Cervera, y el del Atlético de Madrid, Cholo Simeone, son los dos únicos entrenadores de Primera que se han contagiado en septiembre. Pocos días antes del Trofeo. ¡Vaya cómo está el gafe!

La Federación de Peñas Cadistas y la Asociación de Vecinos de La Laguna, que formaban parte de la comisión (supongo que no participarán en la componenda final), han explicado lo ocurrido. Los ediles podemitas y sus colegas cambiaron las normas sobre la marcha para no llamarlo Estadio Carranza, en genérico, que es el deseo de la inmensa mayoría de cadistas. Una vergüenza, una cacicada. Y ¿qué importa? En Cádiz ya cuela todo, así está. Pero ahora lo más joío va a ser el gafe. Lo que faltaba.

José Joaquín León