TIENE mandanga que Podemos acuse a Teresa Rodríguez de ser una tránsfuga, y que el Parlamento de Andalucía lo acepte. Con eso se confirma que el partido de Pablo Iglesias devora a sus hijas políticas, cual un Saturno desmadrado. Sólo le interesa que él, su señora, y sus palmeros y palmeras sigan en el poder, jornales para los suyos, y arrasar con cualquier atisbo de disidencia, mientras habla de transparencia. Dime de lo que presumes y se verá de lo que careces. Como no soy podemita, tampoco me importan demasiado sus asuntos internos, pero es injusto el tratamiento inhumano a una buena madre como Teresa, que además ha contribuido al auge de su grupo político, al que llegó cuando era un nido de indignados procedentes de La Tuerka.

Recordemos que en las elecciones al Parlamento Europeo de 2014 dio la sorpresa un desconocido partido (o lo que fuera) denominado Podemos, capitaneado por un tal Pablo Iglesias, cuyo nombre evocaba al fundador del PSOE, pero él era diferente. Y así como a Francisco Franco se le distinguía por el bigotillo, y a Fidel Castro por su barba vigorosa, a este Pablo Iglesias se le dio fama por su coleta. Consiguieron, contra pronóstico, 5 escaños. En aquella lista iba como número 2 una mujer que resultó ser gaditana como tú, llamada Teresa Rodríguez-Rubio Vázquez, aunque ella lo simplificaba como Teresa Rodríguez, su nombre artístico. Se había presentado a las elecciones municipales de Cádiz en 2011 con el grupo Izquierda Anticapitalista, tras salir de IU a su manera. No fue elegida concejala.

Teresa fue la lideresa del podemismo en Andalucía, con alguna veleidad andalucista para independizarse del jefe Pablo. La cosa se torció, y ya se rompe del todo. Pablo, antes que a Teresa, había devorado a otras compañeras andaluzas, como Esperanza Gómez (que pasó al grupito de Errejón) y Carmen Lizárraga, dos señoras que no parecían podemitas. En ese grupo las mujeres mandaban más que los hombres. Ángela Aguilera, la portavoz y mano derecha (digo izquierda) de Teresa, se ha quedado en el lado malo, y también en el punto de mira. Es de temperamento recio, como si estuviera siempre riñendo a alguien. Pero al final resulta que el problema no es ideológico, sino por el parné del grupo parlamentario; y por eso consideran tránsfugas a la cabeza del cartel en las últimas elecciones y a más de medio grupo. Adelante era Teresa y algunos más, y Unidas Podemos era una parte de eso.

¿Y en Cádiz qué? Pues ya ven: Kichi y Martín Vila se ubicarán en sectores enfrentados para la lucha final. Pero se hacen los despistados.

José Joaquín León