LA educación y el respeto a los demás es muy importante en la vida de las personas. Es una de las virtudes que diferencia a los animales racionales de quienes no lo son. Por eso, para que exista democracia y libertad, hay que desterrar el odio y la intolerancia, hay que respetar a quienes piensan diferente. Y no se debe confundir con callar las críticas, o las razonables discrepancias. Hay que plantearlas, pero sin violencia ni odio. Una de las lecciones de la Transición fue la reconciliación, un concepto que tristemente ha pasado de moda. ¿Quién perdona hoy? Las dos Españas protagonizaron matanzas vergonzosas y fusilaron a inocentes en la Guerra Civil. Eso es lo que debió decir (y dijo mal) Pablo Casado en el Congreso. También hubo héroes y grandes lecciones de dignidad, pero refregar lo más negativo es un error histórico. Recuerdo todo lo anterior por lo que está pasando en Cádiz, que también se contagia de esta agresividad años 30. Un ejemplo: los incidentes de la Policía Local en el Ayuntamiento.

El lanzamiento del bote de humo por presuntos policías merece el rechazo de todos los gaditanos. Dejó en penoso lugar a la Policía Local de Cádiz, más allá de quienes fueran sus autores materiales. Hablar de “presuntos” policías locales ya es muy fuerte. Hasta ahora los presuntos eran los delincuentes, pero no los agentes del orden público. En algunas reivindicaciones tendrán razón, pero la pierden si las plantean en plan anarquista. Y, por supuesto, no se pueden enzarzar en una bronca callejera con el jefe de gabinete del alcalde, José Vicente Barcia. Y es condenable que las concejalas Lorena Garrón y Mara Rodríguez deban recibir asistencia médica por la humareda provocada bochornosamente.

Respetar al rival debe ser la premisa número uno en la política. Hacer oposición no es agredir, ni insultar. En ese sentido, Kichi me parece bastante tolerante, incluso simpático en lo personal. Por eso, creo que se ha equivocado en ese odio feroz e injusto contra José María Pemán. A Santiago Carrillo le perdonaron la matanza de Paracuellos, que el líder del PCE no ordenó, pero la permitió. La reconciliación era eso. Hoy las diferencias se deben mantener en los cauces de la civilización occidental, que pasan por el respeto. A los vivos y a los muertos.

Cádiz alardea de ser la cuna de la libertad. ¿De verdad lo es? La libertad es para todos, para los amigos y los enemigos, para los que piensan igual y los que no. Unas veces ganarán unos y después otros, o los mismos. Gustará o no. Y en los conflictos hay que negociar, sí o sí. Pero recurrir a la violencia y el odio rompe los principios elementales de la convivencia.

José Joaquín León