LA buena gente mayor, de costumbres carrozas, camp, rancias, casposas, o como les llamen, habrá oído esa canción tan carca de Mirando al mar. Pero la versión gaditana de mirando al mar no es la de Jorge Sepúlveda, que evoca los tiempos del blanco y negro en el Cine Gades, sino que en Cádiz siempre se ha mirado al mar, aunque sea de reojo. Uno de los tópicos locales asegura que Cádiz sólo ha sido rica “cuando mira al mar”. Se fundamenta en los miradores, con los galeones y demás barcos que iban y venían para hacer las Américas, y no sólo para matar indios (más han matado en las películas de los cowboys y los pieles rojas), sino para comerciar. Pero eso nos llevaría por otros derroteros de la anti hispanidad, falsificada y manipulada, que fue contemporánea del mayor esplendor de Cádiz, por cierto. Aquí el mar nos sigue dando sorpresas. La última vez por la Sail GP de los barcos voladores en el puente del Rosario y el Pilar. No obstante, al mar se mira todos los días. Es uno de los alicientes del turismo, el maná de ahora.

Por el mar llegan los cruceros, que han vuelto después de la pandemia. Los cruceristas han sido de los más castigados por el Covid 19. Algunos imaginaban los cruceros como hospitales flotantes, donde unos guiris majaretas se recluían, para que no les permitieran atracar en ningún puerto hasta morir en alta mar. Así profetizaron el fin del crucerismo, que se ha salvado, a pesar de los agoreros y profetas turbulentos. Han vuelto con sus guiris a darle vidilla al sufrido comercio gaditano. El turismo, en realidad, miraba al mar todos los días, sobre todo en verano, cuando docenas de madrileños y decenas de sevillanos contemplaban las puestas de sol en la Caleta, o en el Paseo de Santa Bárbara, donde hay un mirador desde el que no se puede mirar y da lástima de mirarlo.

Los gaditanos miran al mar menos que los turistas y forasteros. O eso se dice. Con motivo de la Sail GP escribió Pablo Durio en este Diario que se había desaprovechado la ocasión. Y es verdad que acudió mucha gente, y que dieron unas cifras exageradas y cachondeables, pero la mayoría no había venido a Cádiz para eso, sino que se lo encontraron. La Sail GP tampoco es como la Fórmula 1 del mar, pues Hamilton, Verstappen, o Fernando Alonso y Carlos Sainz Júnior, son más famosos.

Entre los grandes veleros, los catamaranes voladores y los barcos que sirven para regatas, se sabe que Cádiz tiene un filón. Pero el verdadero tesoro es el propio mar, con los muelles, los astilleros, las playas y demás. ¿Qué sería de Cádiz sin el mar? Sí, eso que están pensando.

José Joaquín León