LA bronca por el supuesto insulto racista del futbolista cadista Cala al valencianista Diakhaby fue algo más que un incidente deportivo. En la polémica participaron algunos políticos, incluido Pablo Iglesias, entonces líder de Unidas Podemos, acusando sin pruebas al jugador del Cádiz. Jamás se probó que existiera tal insulto. Los comités deportivos no adoptaron ninguna sanción, al no existir pruebas, a pesar de los estudios y análisis realizados. Aún así, en algunos medios nacionales ya habían condenado a Cala. Tardó tiempo en olvidarse este asunto. Pero en Valencia lo removieron para crean mal ambiente en el partido de Copa del Rey. Y tuvo el bochornoso epílogo de una provocación de Diakhaby a Cala, tras su expulsión, que se pudo ver por televisión en toda España.

Las reacciones vuelven a ser lamentables. Después de la provocación de Diakhaby a Cala (¿qué hubiera pasado si el central del Cádiz le replica?) los foros deportivos se han llenado de insultos al jugador del Valencia. Algunos son claramente racistas. Y ese el principal problema. En este asunto, jamás se debió mezclar que uno fuera blanco y otro negro. Si los dos hubieran sido blancos, o los dos negros, y surge un insulto, no se hubiera convertido en un escándalo nacional. Pero hay politicastros que viven de lo políticamente correcto y de los agravios. A veces es verdad que ocurren (como esos insultos racistas y el odio en las cloacas digitales), pero otras veces no. Y entonces se pretende que la realidad no sea como es, sino como les interesaría que hubiera sido.

Al Cádiz lo eliminaron de la Copa con una encerrona en Valencia. Abuchearon a Cala cada vez que tocaba el balón (lo que no se considera racista, naturalmente). Y lo peor fue que el árbitro Alberola Rojas, de gran historial anticadista, se sumó a la fiesta blanca (del Valencia). Se tragó la falta a Cala (precisamente) en el primer gol. Se tragó el penalti a Cala (precisamente) en sus narices, que se lo avisaron del VAR. Expulsó a Cala (precisamente) con la justicia que no aplicó a otras tarjetas para los de casa. Y se tragó la provocación de Diakhaby a Cala, y no lo amonestó.

Algunos decían: ya vendrá Diakhaby a Carranza (ya nadie lo llama el Nuevo Mirandilla). Pero Diakhaby ya estuvo en Cádiz, en la primera vuelta, el 2 de octubre de 2021, y jugó en la segunda parte. Recibió algunos pitadas. Su entrenador, el inefable Bordalás, montó el taco durante el partido y después, contra el público cadista, que fue versallesco comparado con el de Mestalla.

En fin, que cada cual se retrata, llegado el día del cante; y se le ve el plumero, sea blanco o negro, que de todo hay en la viña del Señor.

José Joaquín León