SI hay un hombre que es historia viva del Cádiz CF, ese es Francisco Márquez Veiga. Así empezaba una semblanza que escribí de él, en la serie Gaditanos de perfil, que se publicó en 2015. Hoy digo que era mucho más: un gran señor y una buena persona, que vivió en una ciudad que perdimos, y que conoció a los personajes y personajillos que pasaron por aquí en las últimas ocho décadas. Ha muerto a ocho días de cumplir los 97 años. Y a seis días de que jugara el Cádiz con el Celta, dos de sus tres equipos del alma. El otro era el Rápido de Bouzas. La última vez que hablé con él por teléfono, hace algunas semanas, fue gracias a su hija Mercedes. Paco Márquez Veiga ya no oía bien, pero había vuelto a leer lo que escribí de él, y se mostraba agradecido.

Márquez Veiga llegó en la posguerra, aunque su padre fue futbolista del Español de Cádiz cuando jugaba en el Campo de las Balas. Paco Márquez probó por el Cádiz y llegó a jugar en el Rápido de Bouzas. Tras el servicio militar, al cumplir los 22 años, en 1947 regresó a Cádiz para trabajar en los barcos de pesca. Tuvo 15 barcos en su empresa familiar, de la que fue gerente. Me contaba que era un Cádiz muy diferente, “donde había tantos gallegos como montañeses, si no más”. Y recordaba que entonces, en el barrio de Santa María, vivían “más gallegos que gitanos”. Precisamente este gallego se aficionó al flamenco desde que fue amigo del Beni y el Cojo Peroche.

Presidió el Cádiz CF en unos tiempos duros. Al pasar del Mirandilla al Carranza, en 1955, el Cádiz perdió su estadio, ya que el nuevo era de propiedad municipal. Márquez Veiga fue presidente desde 1960, durante más de 10 temporadas. Vivió años difíciles en Segunda División, con pocos medios y escasa ayuda municipal. Su mejor temporada fue la 62-63, la de Mosquera, cuando estuvieron cerca del ascenso a Primera. El entrenador de entonces era José Luis Riera. La peor fue la del descenso a Tercera. Pero estuvo un año más, para devolverlo a Segunda, y dar paso a José Antonio Gutiérrez Trueba, al que tenía de secretario en su directiva.

El Cádiz de los tranvías y los trolebuses al Balneario, de las películas en el Municipal y el Gades, de los primeros discos de The Beatles comprados en las tiendas de Parodi... El Cádiz donde todos los comercios de la calle Columela eran de gaditanos, del muelle pesquero y las sirenas de la Fábrica de Tabaco, de las Fiestas Típicas Gaditanas, del reloj de la plaza de España, del cochecito lerén en Mina y Chacolí en Canalejas... De todo lo que se perdió, aún quedaba Paco Márquez Veiga, que el domingo se ha ido. Un gran señor, tan gallego como gaditano, al que siempre recordaremos.

José Joaquín León