AL no venir a Cádiz para la gala de los premios Max, se ha recordado que el ministro de Cultura, Miquel Iceta, tampoco acudió para el Congreso de la Lengua Española. Es mucho más grave esto. Al Congreso de la Lengua Española vino el Rey (a tocar el cajón, según parece), pero no el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ni el ministro de Cultura, Miquel Iceta. Se ha demostrado que la lengua española le importa poco al Gobierno sanchista y populista. A pesar de las excusas que han dado, todo hace suponer que la ausencia del ministro de Cultura en el Congreso de la Lengua Española no fue por casualidad, sino porque le molestaba participar.

No se olvide que Miquel Iceta, antes de ministro de Cultura, fue líder del PSC. Y que sigue siendo, junto a Illa, el principal referente de los socialistas catalanes. De facto, en el Ministerio de Cultura ha colocado a varios catalanes; y si nos fijamos en los premios Max, por ejemplo, también aporta pistas. En plena polémica por el uso del español y el catalán, y en plenas vísperas de unas igualadas elecciones municipales en Barcelona y otros municipios catalanes, al senyor Miquel Octavi Iceta i Llorens no le interesa aparecer como un gran defensor de la lengua española. Pues los independentistas probablemente lo hubieran utilizado, para decir que Miquel Iceta defiende el español en contra del catalán.

Conste que un ministro de Cultura debe defender las lenguas cooficiales del Estado: el catalán, el euskera y el gallego. El problema de las lenguas es sencillo de resolver: tenemos una, la española, que debe hablarse en toda España, y las regionales se deben hablar también en sus respectivas regiones. También, sí, pero no marginando a la lengua oficial de todo el Estado. Los niños catalanes, vascos y gallegos deben aprender sus lenguas vernáculas, además de la estatal. Pero los españoles que no hayan nacido allí, y residan o viajen a esos territorios, tienen derecho a hablar en español. Para hablar una lengua no hay que eliminar otra. Se puede ser bilingüe, o incluso políglota, y no estar loco.

Por supuesto, un ministro de Cultura del Reino de España debe defender la lengua española. Y si Miquel Iceta no quiere apoyar públicamente la lengua del Estado que le paga el sueldo de ministro, la mejor opción no es decir que tiene una comparecencia en el Senado (que pudo evitar). Iceta ha sido un cobarde y no ha dado la cara. Ha escurrido el bulto. Y, aparte de eso, queda la impresión de que se le da mejor el baile que el teatro. Lo suyo no fue un menosprecio a Cádiz, sino a España.

José Joaquín León