NO existe un Papa verde, pero es lo único que les falta. Ecologistas en Acción y otros grupos afines parecen el Vaticano verde. Unas veces son de sumar y otras de restar. Todo lo que dicen es dogma de fe y hay que creérselo, aunque no esté demostrado. Si les criticamos algo, acusan al hereje de negacionista. Funcionan como una religión, ya que prometen el paraíso (aunque en la tierra), si se hace todo tal y como ellos dicen. Muchos los siguen. Y algunos crean escisiones a modo de sectas. En Cádiz y su provincia, los ecologistas se oponen a todo. A todo lo que no aprueben sus colegas de Unidas y Podemos. Y especialmente a todo lo que apruebe algún organismo que dependa de la Junta de Andalucía, desde que no están los suyos y gobierna el PP.

Así sea el dragado del Puerto de Cádiz, como el eurovelo de las dunas, a mayor gloria del chorlitejo. Lo del chorlitejo ha llegado a tal punto que hasta viajó al parque de los Toruños el consejero de Medio Ambiente, Ramón Fernández Pacheco (el mismo de Doñana y el campo de golf que nadie iba a construir en Trebujena), para acariciar a algunos chorlitejos. Por aquellos días, Bruno García acariciaba perritos. En las campañas, los candidatos son más cariñosos. No estamos en los tiempos en que asustaban a los estorninos de la plaza Mina todas las tardes. Sólo protestaba Purificación. Eran tiempos menos verdes y más azules.

El concepto del progreso ha cambiado. En el siglo XIX, cuando Marx inventó el marxismo, una fábrica con humos era el progreso. La revolución industrial era el progreso. Después, cuando gustó más ser burócrata de Estado que proletario de fábrica, el concepto ha cambiado. El progreso consiste en vivir como los hombres primitivos. Y una energía renovable puede con todo. A algunos ecologistas no les parecía mal que quisieran poner un parque eólico marino frente a la Caleta, con sus molinos cargándose las puestas de sol. Menos mal que no coló.

Es más progre tener un patinete que un automóvil. Antes comprar un Seat 600 era el progreso. ¿Se imaginan lo que dirían, si hoy en día construyeran una autovía entre Cádiz y San Fernando, atravesando las dunas de la Bahía? Sería una barbaridad. Pero eso existe. La culpa es de los romanos, a los que se les ocurrió enlazar las islas que había en los lugares hoy llamados Cádiz y San Fernando. Cádiz tenía dos islas, cuando no había ecologistas en reacción. Algunos ecologistas no saben si progresan para adelante o para atrás. Por querer llegar al cielo se cayó la torre de Babel. Casi siempre lo más difícil es encontrar el término medio.

José Joaquín León