POR sus obras los conoceréis. Eso se decía de los alcaldes, en otros tiempos. Si había entregado para la posteridad algunas obras dignas de recuerdo, se consideraba positiva la gestión. Si no hizo nada interesante, ustedes lo disculparán. En Cádiz, cada cual recordará lo que hicieron los alcaldes y alcaldesas. Por no tener demasiada memoria histórica y hablar de José León de Carranza, nos podríamos centrar en lo que hicieron Carlos Díaz, Teófila Martínez y José María González Kichi. Y que cada cual saque sus conclusiones. Pero hoy me refiero a dos obras públicas que vienen coleando desde los tiempos de Teófila, que fueron prometidas por Kichi, y que siguen pendientes hasta llegar a Bruno. El Pabellón Portillo y el Teatro Pemán son obras que corresponden al Ayuntamiento. También están, ciertamente, las de la Junta, de todos desconocidas, porque nadie las ve, aunque las prometen.

Bruno García ya ha caído en la misma promesa que Kichi con su lugarteniente Martín Vila (que fue quien más veces prometió el pabellón y el teatro de verano), y afrontará el reto de unas construcciones que parecen malditas. El proyecto del Pabellón Portillo, antes de empezar las obras, se debe revisar. Pues se trata de construir un espacio polideportivo a la altura de las necesidades de Cádiz, y no un pabelloncito de barrio para que juegue la chavalería, sino algo que sirva para las necesidades de un espacio multiusos del siglo XXI. Por eso, lo que se ha insinuado suena a poquita cosa.

En el Teatro de Verano del Parque, hay varias cuestiones a determinar. Para empezar, el nombre. Se debe denominar Teatro José Maria Pemán. Ya está bien de represalias, con la falsa excusa de la memoria democrática. José María Pemán tiene calles en Sevilla, Córdoba, Marbella, Murcia, Chipiona y otros lugares, o una glorieta en Rota, entre otras dedicatorias, que no le han sido suprimidas. En su actividad de escritor, el teatro fue uno de sus géneros literarios. No tiene sentido que la ciudad donde nació (y a la que tanto amó) se dedique a represaliarlo, por culpa de unos revanchistas. Para eso también se votó a Bruno García. Y para que termine el teatro de verano, donde hay un cartel en el que se lee que las obras debían estar finalizadas en junio de 2021. Han pasado más de dos años. El Ayuntamiento anterior no fue capaz de cumplirlo. Y el actual ha empezado por anunciar el cambio de empresa, a la vista de que no lo lleva adelante.

Cualquier alcalde debería cumplir sus promesas. Bruno también. Porque en la diferencia estará el gusto de que progrese la ciudad, o no.

José Joaquín León