DESPUÉS de tantos años de demagogia en la autopista AP-4, entre Sevilla y Cádiz, parece que el peaje es lo único importante. Se ha dado por seguro que no se volverá a cobrar en 2024, como exigían en Bruselas para los fondos europeos. Y parece que con eso se solucionan sus problemas. Una vez más, se aprecia la habilidad del Gobierno de Pedro Sánchez para escabullirse de sus responsabilidades. Porque el principal problema de esta autopista no es ahora el peaje, sino el estado infame en que se encuentra y los frecuentes atascos. Es un ejemplo más del castigo a Andalucía con las infraestructuras, que este Gobierno sanchista ha paralizado en los últimos años, ante la general indiferencia en Sevilla y Cádiz, acostumbradas por inercia a la falta de inversiones.

Las Cámaras de Comercio y las Confederaciones de Empresarios de ambas provincias han levantado sus voces para protestar. Aunque sea con carácter simbólico. Las reivindicaciones se basan en la construcción de un tercer carril en la autopista entre Sevilla y Las Cabezas de San Juan, que es el tramo con más atascos, sobre todo en sentido a Cádiz. Y además una petición que procede del siglo pasado: que terminen la autovía de la A-4 entre el aeropuerto de Jerez y Los Palacios. Sólo faltan esos kilómetros para disponer de una autovía alternativa. En cuyo caso, recuperar un peaje módico podría contribuir a los ingresos del Estado (o de la concesionaria) para obras de mantenimiento.

Pero no sólo hace falta ese tercer carril en una autopista colapsada, y la autovía alternativa en una carretera nacional con altísima siniestralidad. También es imprescindible acometer obras urgentes de reparación, sobre todo entre los kilómetros 40 y 60, en el entorno entre los términos de Las Cabezas y El Cuervo. Es una zona frágil, pantanosa, donde el firme de la vía necesita un permanente cuidado para no llenarse de baches y socavones, como está ahora. A ello ha contribuido el aumento de camiones, que también fomentan los atascos, al circular incluso en los días más turísticos. Sin limitarse, como en otras autopistas, a ciertos horarios.

El penoso estado de la autopista entre Sevilla y Cádiz aumenta el riesgo de siniestros y roza lo intolerable. Antes era responsabilidad de la concesionaria del peaje, Aumar, que hacía obras frecuentes. Ahora es responsabilidad del Gobierno y se nota la diferencia. A Pedro Sánchez y a Yolanda Díaz las infraestructuras andaluzas no les interesan. Les preocupan más las autopistas catalanas, porque allí tienen el granero de sus votos.

José Joaquín León