POR su ubicación y su tamaño, Cádiz es una ciudad complicada para el tráfico. Sería deseable un centro histórico peatonal, por el que no circulara ningún automóvil. Pero esa aspiración tropieza con los intereses de unos 50.000 gaditanos y varios miles de turistas. Personas que residen, trabajan o pasan cada día por la ciudad histórica, el Cádiz de siempre, que es el alma de la gaditanía. Tampoco se trata de que vuelvan los coches a la calle Ancha, como antaño. Pero el Ayuntamiento debe adaptarse a la realidad. Por eso, es un acierto que vuelva el tráfico a la calle Veedor, que nunca debió ser peatonal.

La calle Veedor tiene su historia. También un presente, que se debe abordar sin demagogia. Es el comienzo del barrio del Mentidero, y es una de las calles que puede conectar el centro histórico con la ronda externa. Pero, sobre todo, la calle Veedor es la vía natural de salida del parking público de la plaza de San Antonio, el principal del centro de Cádiz, por su capacidad de casi 500 plazas rotatorias.

Y ahí está la necesidad de circular por Veedor. En los tiempos de Kichi, al prohibir el tráfico en esa calle, entorpecieron la salida del parking. No se solucionó un problema, sino que se complicó. Pues como ha explicado el alcalde, Bruno García (y todo el que circula por allí lo sabe), se obligó a salir por la esquina de la calle Zaragoza con Benjumeda, que tiene una acera con escalón alto y un giro de 90 grados. Los desconchones en la pared, allí existentes, demuestran que es un lugar nefasto para las aseguradoras.

Veedor no es ahora una calle comercial, sino turística, con bares y alojamientos. Conserva ese aire señorial de los tiempos en que vivía allí la familia de Fernando Delgado Lallemand y Susi Cigüela, o cuando aún vivían Manolo Casas y Chon Ciria, cuya casa mantienen sus hijos. Es un enclave de edificios tradicionales gaditanos. Algunos se han reconvertido para el turismo. La hostelería se mantiene, tras algún tropiezo, con el decanato del ultramarinos de El Veedor. No es una calle que necesite ser peatonal. En cuanto al colegio, entonces habría que prohibir el tráfico en la Avenida, donde hay más, y en el Campo del Sur, donde pasan delante de la puerta.

¿Por qué hay que prohibir el tráfico en Veedor, como defendía la izquierda, y no en las calles Buenos Aires, Zaragoza o Cervantes, por donde pasan cada día cientos de coches? Va contra el sentido común. Por eso, con el cambio municipal, se debe recuperar el sentido común, que no es de derechas ni de izquierdas, sino de quienes prefieren centrarse en las necesidades del presente.

José Joaquín León