EN este país, desde mi más tierna infancia, he podido observar que los árbitros son considerados unos malvados. Lo realmente admirable es que todavía existan árbitros, y no se hayan extinguido como los dinosaurios. Incluso hay uno retirado, Antonio Mateu Lahoz, que después de quedar defenestrado por su arbitraje en el Argentina-Holanda del Mundial de Qatar, dijo que se podía presentar a presidente de la Federación Española de Fútbol, si no había otro mejor. Hubiera sido un curioso sucesor de Luis Rubiales. Con eso vemos que los árbitros no tienen conciencia de las tropelías que cometen. El Cádiz está que trina con los últimos arbitrajes que ha sufrido. Y eso es temible, porque cada vez que trinan y los ponen a parir, aumenta la tragedia.

Se suponía que el VAR, con la visión de las jugadas en el monitor, serviría para corregir los errores de otros tiempos. Recuerden que antes del VAR, cuando entraba el balón medio metro dentro de la portería, casi siempre era gol, pero algunas veces no lo era. Un error humano, decían. Otros errores humanos se perpetraban en los fueras de juego, que señalaban por la intuición del linier, que se podía equivocar en un sentido o en otro, por un metro de más o de menos. Y no digamos nada de las manos, que asimismo daban pie a errores humanos, pues unas veces eran voluntarias y otras no, y parecía influir el color de la camiseta.

Se suponía que el VAR acabaría con todo eso. Sin embargo, ya lo están viendo ustedes. Y lo están viendo porque no escarmientan, y siguen asistiendo a un espectáculo que resulta escandaloso un domingo sí y otro también. Un espectáculo en el que parece que consideran imbéciles a los espectadores, y les ofrecen las más turbias excusas. El VAR no ha solucionado nada, porque han aprendido a manejarlo, según y cómo.

En los supuestos penaltis, unas veces avisan y otras no. En las manos, a veces pitan penalti fake, como en el Cádiz-Osasuna, porque a Momo le había rozado el balón un dedo, sin cambiar la trayectoria. Y, al día siguiente, dicen que se han equivocado. En DAZN y en el Marca también se equivocaron y dijeron que era penalti. A ver si nos enteramos... O expulsan a Víctor Chust en Vigo, en el minuto 30, por una falta siendo el último hombre, cuando no era el último hombre ni hizo falta.

Después resulta que el club que más se queja es el Real Madrid, que utiliza a su televisión privada para emitir dosieres del árbitro que les va a pitar esa semana. Así las cosas, La Liga tiene lo que se merece. Se sabe lo que hay. Y, si no se actúa para corregir los errores, irán de mal en peor.

José Joaquín León