RESULTA sorprendente que en Cádiz apenas se hable de innovación y desarrollo. Investigar, lo que se dice investigar, se investiga en algunos laboratorios de la Universidad de Cádiz, que ha participado en proyectos importantes. Pero en la UCA, lamentablemente, lo que más llega a la opinión pública es el conflicto de Valcárcel para trasladar una facultad de Puerto Real a Cádiz. Es curioso, porque en Málaga presumen mucho de su parque tecnológico, y en Sevilla de las investigaciones en La Cartuja. Y así en otras ciudades andaluzas. El Ayuntamiento de Granada presentó un proyecto para convertirla en “ciudad de la ciencia y la innovación”. Y todo en ese plan. Por eso, llamó la atención el Foro de Economía Azul que organizó la Zona Franca de Cádiz, que debería marcar un punto de inflexión.

Hasta ahora, nadie hablaba en la capital gaditana de convertirla en un Silicon Valley de las nuevas tecnologías, para que no dependa sólo de los cruceros y el turismo. ¿Nadie hablaba? La Zona Franca promociona una incubadora donde dicen que hay 80 empresas. Pero mayormente la gente la ve como un espacio para supermercados, tanatorios y gasolineras, en vez de servir para acoger startups, que sería lo suyo. Digo yo que supermercados, tanatorios y gasolineras los hay en polígonos de cualquier ciudad sin Zona Franca. Se supone que una Zona Franca es algo más elevado, en lo económico y lo innovador, y que no es simplemente una periferia urbana donde cabe todo, incluso los 800 pisos de los terrenos de Navalips..

Conste que la culpa no es de Fran González, el actual delegado, sino que recibió una herencia difícil. En el sentido de que la Zona Franca venía con mala fama desde que sucedió lo de Rodríguez de Castro. Después se ha considerado que, si no había escándalos, ya se cumplía. Pero no. La Zona Franca debe servir para especializar y diversificar la economía gaditana. La apuesta del Blue Zone Forum es muy positiva, pero necesita los hechos, las realidades. La Zona Franca no se puede conformar con seguir siendo la propietaria del solar de Puntales lleno de jaramagos, que todavía no ha permutado con la Junta de Andalucía. Ni con tener espacios desperdiciados y una actividad francamente mejorable, y proyectos que no terminan de concretarse.

Hay incredulidad. Porque parece más difícil tener un Silicon Valley azul gaditano que llegar en cohete a la luna con viajeros ricos. Algunos derrotistas dicen: la inteligencia natural que se pone en Cádiz para el Carnaval se debería usar para crear startups. Pero lo uno no quita lo otro.

José Joaquín León