FLUYE el tiempo, que marca su propio ritmo, quizás el único que realmente existe. Al terminar las fiestas navideñas, en Cádiz no se sube la cuesta de enero, ni la gente se distrae demasiado con las rebajas, sino que vuelve sus ojos hacia Onda Cádiz TV y Canal Sur, o sintoniza las emisoras de radio (eso era lo más clásico) para seguir el Concurso Oficial de Agrupaciones Carnavalescas en el Gran Teatro Falla. Desde anoche se ha abierto una cuaresma profana de coplas, con un concurso que se prolonga durante un mes, más el epílogo en las calles, que es el verdadero Carnaval del calendario. Los más aficionados dicen que por fin ha empezado lo bueno. Y los más derrotistas que esto es el opio de Cádiz. Probablemente, no sea lo uno, ni lo otro. Pero afronta un año especial.

Los medios de comunicación (que hacen un esfuerzo enorme para seguir hasta los más nimios detalles del concurso) han destacado que ayer empezó por todo lo alto. Con un duelo chirigotero en las alturas, entre El Selu y El Sheriff. Todos los años hay ausencias y regresos, sorpresas y decepciones, cajonazos y pelotazos. Aunque con el sistema de los cabezas de serie (como si fuera la Champions League) se configuran unas jornadas más o menos equilibradas. En teoría, este Carnaval se parecerá a los que hemos conocido en el siglo XXI, pero será diferente. Siempre lo es, porque siempre hay sorpresas. Pero en 2024 existen dos condicionantes que pueden marcarlo: uno, que se han terminado definitivamente los perjuicios que causó la pandemia del Covid; y dos, que ya no está Kichi de alcalde.

Las medidas de la pandemia del Covid eran lo más anti carnavalesco que se ha conocido. Distorsionó todo, incluso el calendario, con un concurso de Fiestas Típicas y otro demasiado próximo. Eso ya no ocurre, por lo que se recupera la normalidad. En cuanto a Kichi, era un alcalde que procedía del mundo del Carnaval, para bien y para mal. Festejado al principio por el sector, no se le criticó igual que a otros alcaldes, ni mucho menos como a la alcaldesa Teófila, y acabó con más pena que gloria. Para colmo, un sector de los gaditanos culpó al Carnaval de la decadencia causada en la ciudad por el kichismo, lo que parece exagerado. Su gestión no ha beneficiado a esta fiesta. Con Bruno llega un alcalde criticable sin problemas, un blanco fácil, puede ser la normalidad.

No olvidemos que la percepción del Carnaval fuera de Cádiz va a la baja. Parece que interesa menos. Este concurso debe ser decisivo para recuperar (o no) las mejores sensaciones de tiempos pasados.

José Joaquín León