PARA peatonalizar como Dios manda hacen falta peatones. Si se peatonaliza una calle o una plaza, y por allí pasan pocos seres humanos, se está adoptando una medida inútil. Es lo que ha sucedido con las obras en la plaza de España gaditana. El anterior equipo de gobierno, en los tiempos de Kichi, defendió esa remodelación como uno de sus mejores logros. Martín Vila la puso de ejemplo. Y es verdad que allí hicieron algo, no como en el pabellón Portillo o el teatro del Parque, donde no hicieron nada. Pero lo hicieron mal. Y, por consiguiente, será necesario rehacerlo. Es un ejemplo, como dijeron, sí, pero de una obra pública fallida, de un desperdicio.

La plaza de España gaditana era como un garaje al aire libre, en un lugar bonito. Un lugar donde los liberales de la Constitución de 1812 acudían a rendir sentidos homenajes de devoción a La Pepa. El monumento, diseñado por Modesto López Otero, con esculturas de Aniceto Marinas, fue realizado en 1912 para conmemorar el Centenario. Lo restauraron para el Bicentenario, en tiempos de Teófila Martínez en la Alcaldía, aunque no se procedió con toda la pulcritud deseable. Algunas figuras del grupo escultórico, que estaban mal, terminaron peor, tras la limpieza a chorro que le dieron. El monumento conserva un valor totémico, sagrado para los liberales de Cádiz. Y para Albert Rivera, que organizaba allí los actos de Ciudadanos, antes de retirarse de la política.

El monumento es una parte del problema en la plaza de España, y también debería ser una parte de la solución. Porque la plaza está construida alrededor del monumento. Como plaza pública, es más fea y más inhóspita que otras de Cádiz, como Mina, Candelaria o San Antonio. Limitarla a un gran aparcamiento al aire libre no era la utilidad más recomendable. Está rodeada de aparcamientos de pago (Canalejas, Muelle, Punta de San Felipe) y de zonas azules.

La plaza de España necesita contenidos para atraer al público local y forastero. Incluso a los que no son liberales de 1812. El monumento, como dicen los cursis, no está puesto en valor. Por ahí deben empezar. Y hay que modificar la plaza para que resulte atractiva. Esa plaza necesita niños, jóvenes y mayores. Sin ellos, la peatonalización es inútil.

Bruno García podría convocar un concurso de ideas. O buscarse a alguien con ideas para que remodele una remodelación fallida. Se ha perdido el tiempo y el dinero público en la plaza de España. Ha sido un desperdicio. Por cierto, como la Alameda y el Parque Genovés, que también están desperdiciados.

José Joaquín León