TODAVÍA no ha descendido oficialmente. Sin embargo, existe una evidente resignación. Un milagro sería el más milagroso de la historia del Cádiz CF. Pocos confían aún en ellos, ya que el espíritu de superación de este equipo es nulo. Han tenido varios partidos a vida o muerte (Celta, Rayo Vallecano, Mallorca) y en ninguno han sido capaces de ganar. Para salvarse, deberían ganar los cinco partidos que faltan, pues con menos de 40 puntos parece utópico mantenerse esta temporada. Se diría que el Cádiz CF acude a jugar mañana en el Bernabéu, ante el Real Madrid, para pedir autógrafos y camisetas a los rivales. La próxima temporada tendrán otros, como el Deportivo de La Coruña y el Castellón, que van a regresar a Segunda tras pasar por el pozo. ¿El pozo? Es lo que más miedo da. No sería la primera vez que, tras un descenso de Primera, cogen carrerilla y terminan dentro del pozo.
Puede ser un año bochornoso para el fútbol andaluz. Hay cinco clubes andaluces en Primera y parece que se quedarán sólo el Betis y el Sevilla. Lo normal es que desciendan el Cádiz, el Granada y el Almería. Otros clubes históricos andaluces (Córdoba, Málaga y Recreativo de Huelva) están luchando por salir del pozo de la Segunda B. Cordobeses y malagueños disputarán las eliminatorias de ascenso a Segunda. Sin embargo, en el País Vasco, donde el número de habitantes es la cuarta parte de Andalucía, mantendrán en Primera al Athletic de Bilbao (que ha ganado la Copa del Rey), Real Sociedad y Alavés. Tres de tres capitales.
Andalucía tampoco está al nivel de la comunidad de Madrid, que cuenta con el Real Madrid y el Atlético, dos grandes, con aspiraciones europeas de Liga de Campeones, pero también con Getafe y Rayo Vallecano, que se mantienen otra temporada con menos de 15.000 abonados; y con el Leganés, que podría ascender. La próxima temporada puede ocurrir que tengan a cuatro o cinco clubes en Primera, frente a dos andaluces.
Con esto no quiero atribuir la ruina del Cádiz a la Junta. Pero Andalucía está imparable hacia el descenso. Futbolístico, se entiende. En el Cádiz, la culpa es de la dirigencia, de quien tenía un entrenador mediocre y fichó a otro peor, de quienes traen a Maxi Gómez como goleador y no ha aportado nada, y de quienes ponen vallas en los suelos de Delphi, pero no consolidan una plantilla de garantías.
El Cádiz no se ha asentado en Primera División porque no tiene una estructura de Primera, ni nunca la ha tenido. Siempre se juega el futuro a cara o cruz, y a veces le toca cargar con la cruz.
José Joaquín León