SEÑORAS y señores, es la oportunidad. En estos momentos se dan las condiciones para cepillarse a Puigdemont y que deje de dar por saco en Cataluña y en España. Llevamos casi siete años hablando de este prófugo, que intenta resistir con otro chantaje a Pedro Sánchez: la presidencia de la Generalitat para Puigdemont, a cambio de tres años de paz en la Moncloa para Sánchez. Pero esas suposiciones de Puigdemont son puro realismo mágico, una fantasía. Y lo peor para él no es eso. Se lo pueden a cargar (políticamente hablando) en Cataluña. Los históricos de CiU, como Miquel Roca Junyent, ya están hartos y lanzan las primeras piedras.
Puigdemont anuncia que se presentará candidato a la investidura porque lo considera una jugada maestra. Ha sido segundo y busca un contubernio. Igualito que Pedro Sánchez el 23 de julio del año pasado. Pero a Puchi las cuentas no le salen. Con los votos independentistas (incluida la extrema izquierda de la CUP y la extrema derecha de AC, además de ERC y Junts) suman 61 escaños y se quedarían a 7 de la mayoría absoluta.
Hay dos posibles mayorías, que permitirían gobernar a Salvador Illa. La más previsible es el tripartito de izquierda entre PSC, ERC y Comunes. Y, ¡ojo!, también suman 68 entre el PSC, el PP y Vox. Sí, es imposible, aunque a Aleix Vidal-Quadras le gusta. Resultaría genial ver a Salvador Illa de presidente gracias a la derecha y la ultraderecha. Otra opción más verosímil sería un pacto entre el PSC y Comunes-Sumar, que llegan a 48, a los que se añadieran los 15 del PP (ya lo hizo en Barcelona), y así alcanzarían 63, que no es mayoría, pero sí más votos que todos los independentistas.
Sin embargo, Puigdemont confía en la llave maestra del chantaje. Consiste en que después de las elecciones europeas (antes no) pacten el PSC y Junts. Permitirían gobernar en minoría a Junts y ERC, con Puigdemont de presidente. Sacrificio de Salvador Illa, a cambio de tres años de paz para Pedro Sánchez. Es una tentación, pero tiene un alto coste: pagar ese chantaje a Puigdemont sería la muerte política del PSOE en España y del PSC en Cataluña.
Otras alternativas se han puesto en marcha. La vieja guardia de CiU le mueve la silla a Puigdemont, y Pedro Sánchez sueña con elecciones en otoño si consigue un buen resultado en las europeas. Por cierto, en el 23-J del año pasado, en Cataluña, el PSC tuvo 19 escaños; Sumar, 7; ERC, 7; Junts, 7; PP, 6 y Vox, 2. Los partidos beneficiados, tras el contubernio, sólo son PSC y Junts. Se han hundido Sumar y ERC. Y el PP ya le había ganado claramente a Vox. No sé por qué algunos están tan contentos.
José Joaquín León