A veces se dice que en Cádiz nos miramos el ombligo. Muy contentos con todo lo nuestro, y con todos los nuestros. Sin embargo, otras veces se afirma, con bastante razón, que es una ciudad desagradecida. O se podría decir que hay una tendencia a negar los méritos de nuestros vecinos, o a regateárselos. Eso nos llevaría a la envidia y a la falta de generosidad. Pero, sobre todo, nos lleva a la injusticia. Los honores y distinciones pueden servir de ejemplo. Le han entregado la Medalla de Oro de Cádiz a la Virgen del Rosario, de mala manera, de tapadillo. Y también se podría preguntar: bueno, ¿y por qué no se la concedieron antes los otros? El PSOE y el PP gobernaron.

Se ha vuelto a ver con la propuesta para que fray Pascual Saturio, prior de los dominicos, sea nombrado Hijo Adoptivo. Una petición justísima. No es sólo el prior, es como la trinidad de los dominicos en Cádiz. Es un fraile que vale por tres: Pascual, Saturio y Medina. Es como si fuera un ahijado adoptivo de la Virgen del Rosario. Pero, además, desarrolla una gran labor en Cádiz, desde que llegó en 1988. Entonces lo raro es que no tenga ya ese título. Y me parece bien que lo proponga Ignacio Romaní, portavoz del PP, pero extraña que ese partido haya gobernado 20 años en el Ayuntamiento y se lo pidan a Kichi, un alcalde de Podemos. Cuando Teófila, la alcaldesa anterior, ha sido (y es) devota de la Patrona y ha atendido muchas veces a fray Pascual. Aún así, más vale tarde que nunca.

Y los otros de Unidos Podemos, lo mismo. La Asociación de la Prensa de Cádiz pide una calle para Emilio López. Y le contestan que vale, pero que lo registre la APC, para que no parezca una idea surgida del Ayuntamiento, o algo así. A Emilio López lo conocía todo el mundo en Cádiz. Jamás he visto a un periodista gaditano al que saludaran más personas que a él. Informaba sobre todos los temas de la ciudad y conocía la historia personal de cientos de gaditanos. La calle que le deberían dedicar es la suya, la de las Barquillas de Lope, en La Viña, que eran las Barquillas de Emilio López. Eso lo podría decidir el Ayuntamiento, aunque no se lo pidiera nadie. Está muy justificado.

Igual que lo del canal de Ponce Cordones. Sería de sentido común que tuviera el nombre oficial de su descubridor. Junto a los méritos evidentes que se ignoran, se regatean y se escamotean, están otras decisiones inexplicables, para premiar a amigos y colegas por puro compadreo. Tampoco se extraña nadie de eso, porque en Cádiz nos hemos acostumbrado a ser ingratos.

José Joaquín León