EN los asuntos del Carnaval, al alcalde de Cádiz se le ve el plumero. Así ha ocurrido con la plaza de Antonio Martín. La petición para el Niño de la calle San Vicente venía de atrás (con motivo de sus 50 años de concurso y lo muchísimo que ha aportado a esta fiesta), y es gustosamente asumida por los carnavaleros. Era una decisión tomada, a la espera de los trámites oportunos. Curiosamente, ha salido a la luz cuando se aviva el mosqueo por las fechas del concurso. Y, además, sirve para crear una polémica gaditana: está muy bien dedicar una calle o una plaza a Antonio Martín, ¿pero es necesario que eliminen la Cruz Verde?

A esta pregunta ha respondido el propio coplero. Por supuesto que le gustaría que le dediquen esa plaza. Por supuesto que le gustaría tener su nombre donde estaba El Gavilán y donde convivió con Agüillo, Fletilla o Rosales, y veía a Paco Alba y Enrique Villegas. Pero él mismo ha pedido que no se elimine el recuerdo de la Cruz Verde. Una fórmula sería denominarla Plaza de Antonio Martín, y abajo Antigua de la Cruz Verde. O bien, Plaza de Antonio Martín y de la Cruz Verde. O alguna opción parecida. De modo que no se pierda la Cruz Verde, que es muy importante. Por otra parte, se corre el riesgo de que todo el mundo la siga llamando plaza de la Cruz Verde, en vez de la nueva y merecida dedicatoria.

En Cádiz es costumbre cambiar los nombres de las calles no sólo para premiar, sino también para fastidiar. Después la gente las llama como se deben llamar. Un ejemplo archiconocido es el de la carrera oficial de la Semana Santa en tiempos de Franco: Plaza del General Varela, Eduardo Dato, Duque de Tetuán y plaza de José Antonio Primo de Rivera. Cuando todo el mundo le decía (y le dice) Plaza del Palillero, Novena, Ancha y Plaza de San Antonio. Por no hablar de la calle de Carlos Marx (que fue la de Feduchy durante la Segunda República).

Antonio Martín no sólo se merece una plaza, también la Medalla de Andalucía, que sólo le han concedido a Enrique Villegas entre los carnavaleros, a diferencia de otros folklores. Antonio pasará a la historia del Carnaval en el Olimpo de la Comparsa, junto a Paco Alba y Enrique Villegas, sin olvidarme de Pedro Romero, ni de que también compitió durante muchos años con Antonio Martínez Ares, Joaquín Quiñones y otros pioneros. Lo que no se merece Antonio, en ningún caso, es una polémica oportunista. Junto a su nombre, jamás se podrá olvidar el de la Cruz Verde, que es una parte de su historia personal y carnavalesca.

José Joaquín León