UNA vez apagados, los dos incendios graves ocurridos en el término municipal de Tarifa se deben investigar hasta sus últimas consecuencias. Es decir, hasta la detención y juicio del autor o los autores, si los hubiere. O hasta el esclarecimiento de las causas naturales que los originaron, para tomar precauciones en el futuro. Cuando se propaga un fuego, está detrás la posibilidad de que exista un pirómano. Incluso hay otro tipo de pirómanos políticos, en las redes sociales, que intentan sacar tajada de una desgracia natural, o un suceso, lo que demuestra su miseria política y su bajeza moral. Tener a alguien de semejante calaña, como ministro de Transportes, certifica el bochornoso nivel al que ha llegado la política española contemporánea.
Pero eso es lo anecdótico. ¿Para qué debe acudir Juanma Moreno a un incendio forestal? No es bombero, ni lo va a apagar. Tampoco ha venido Pedro Sánchez, que es presidente del Gobierno de todo el territorio de España, incluida Tarifa. Ni falta que hacía. La actuación del Infoca ha sido excelente. Y la presencia allí de Antonio Sanz, que es el consejero de la Junta de Andalucía que ha estado al frente de los operativos en ambos casos, ha dado el apoyo oficial y ha servido para informar de lo que sucedía.
Ha sido Antonio Sanz, consejero de la Junta, quien dijo públicamente que el fuego pudo ser intencionado. Y quien informó de la detención de un individuo que estuvo a punto de provocar otro incendio en Los Caños de Meca. Sobre este último fuego, las noticias publicadas son raras. Parece que fue un accidente causado por el detenido, que prendió un colchón con una vela. Y en los fuegos de Tarifa hay sospechas, pero sin certezas.
Estos incendios perjudican al turismo de la costa de Cádiz. Han afectado a las zonas sensibles del lujo, en Tarifa, Atlanterra y Zahara de los Atunes (playas de moda para el sector más pijo de los turistas que vienen), en agosto, cuando los precios están por las nubes. Les han jodido las vacaciones a cientos de veraneantes de alto poder adquisitivo. Dicen que se ha salvado la temporada. ¿Y el futuro? Algunos quizás no vuelvan.
La legislación contra los pirómanos forestales es indulgente, demasiado suave. A dos individuos que causaron un incendio en Tarragona, en 2009, en el que murieron cinco bomberos, los condenaron a cuatro años de cárcel, después de un acuerdo judicial. Lamentable. Por endurecer las leyes se debería empezar. Y también por mejorar las investigaciones, para detener a los autores, sin quedarnos sólo en rumores o en sospechas.
José Joaquín León