AUNQUE los cadistas más rancios creen que el Cádiz CF es el equipo de la ciudad llamada Cádiz, la realidad es diferente. Es el equipo de la capital, sí, pero también de los municipios del entorno de la Bahía. Esto se puede comprobar fácilmente después de un partido. Por ejemplo, el pasado lunes por la noche. A la hora de terminar el Cádiz-Burgos, pasadas las 22:30 horas, un lunes de octubre apenas hay tráfico. Sin embargo, esa noche había circulación intensa en las salidas de Cádiz por los dos puentes y por la carretera de Cortadura. Es decir, que cientos de personas, tras presenciar el partido, se trasladaban a sus domicilios, mayormente de San Fernando, Chiclana, Puerto Real, El Puerto de Santa María, Rota e incluso Jerez, aunque también de otros como Medina Sidonia, Conil o Vejer.

En todos esos municipios (y en más) viven cadistas que se desplazan para ver al equipo amarillo. No voy a entrar en aspectos deportivos de por qué el Cádiz no supo amarrar el liderazgo de la Segunda División, cuando tenía todo a su favor. Fallaron los jugadores en el final del primer tiempo. Pero quizás Garitano, que parece un entrenador bastante sensato, se pudo equivocar en la alineación y en algún cambio. Además de que esta vez salieron mal algunos detalles de los que deciden partidos. Al Cádiz se le debe exigir estar arriba esta temporada, porque la plantilla es una de las mejores, aunque no la mejor.

Al margen de lo deportivo, está lo social. El Cádiz CF aporta cohesión al área metropolitana de la Bahía. Es el único proyecto común que existe. Cada municipio tiene su club, pero juegan en categorías inferiores y no rivalizan con los amarillos. Por lo demás, el Cádiz dispone de una leyenda por encima de su historia, ya que jamás ha jugado una competición europea, pero parece que es un grande del fútbol español. También se debe tener en cuenta que ni en Cádiz, ni en la Bahía, existen alternativas en otros deportes, como ocurre en Málaga con el Unicaja de baloncesto. Aquí sólo hay fútbol o fútbol.

El arraigo del Cádiz CF excede de la capital. El estadio debe seguir en La Laguna, aunque en tiempos pretéritos estaba en el Mirandilla o el Campo de las Balas. Pero la idea de Manuel Vizcaíno para construir una ciudad deportiva en Puerto Real o El Puerto de Santa María, que provoca recelos comprensibles, no es un disparate a la vista de donde habita el cadismo. Y eso nos lleva al problema eterno de la Bahía, que es el localismo. Tampoco se hace pedagogía para analizar las ventajas y los inconvenientes. Así los mitos son más fuertes que la realidad.

José Joaquín León