LOS gaditanos y las gaditanas tienen derecho a decidir, no como otros. Al menos, a decidir el cartel del Carnaval de 2018. El Ayuntamiento ha organizado un sistema de votación popular (que, en realidad, es votación populista) para que “todos los ciudadanos y ciudadanas empadronados en la ciudad” (frase textual) puedan elegir el cartel ganador. Los únicos requisitos son el DNI y tener correo electrónico. Quienes sean unos analfabetos informáticos, o no les apetezca dar su dirección de email, no se preocupen. Podrán votar, en modo presencial, en las urnas de la consulta soberanista que se situarán en el lugar de exposición de los carteles.

No obstante, este sistema que ha propugnado la Delegación de Fiestas, que encabeza María Romay, tiene alguna imperfección en su pureza asamblearia y autogestionaria. Se presentaron 42 obras al concurso. Un jurado, en el que se incluye al alcalde González Santos (o persona en quien delegue tan alta misión) y algunos más hace una criba, seleccionando hasta un máximo de 20 obras. ¿Por qué no han dejado todas, para que elija la gente directamente?

Es una incógnita. No se entiende que la gente esté incapacitada para elegir en primera instancia, mientras pueden decidir el ganador final. Así se hubieran ahorrado la creación de ese jurado de chichinabo, cuyos designios quedan finalmente sometidos a la implacable voluntad popular. El sistema de puntuación para esta trascendental elección es complejo y no lo voy a recordar aquí. Baste con decir que al jurado le queda la noble misión de comprobar si el ganador se ajusta a las bases.

Este sistema para la elección del cartel del Carnaval de Cádiz 2018 supone un avance en la transparencia que honra a nuestra ciudad. Para las cuestiones importantes, se debe sopesar la opinión soberana de los gaditanos y las gaditanas. Así no pasará como con otros carteles, que la gente protestaba por su fealdad; o cuando los del PP editaron uno cuyo autor había pertenecido al GRAPO, y lo sabía todo el mundo en Cádiz. Dicho de otro modo: si lo elige el pueblo, el alcalde se lavará las manos, como si estuviera en el paso de la Sentencia.

Otros asuntos gaditanos de calado profundo se podrían elegir por el mismo sistema, o bien por otro aún más perfeccionado. Así el Ayuntamiento no impondrá nada, sino que estará al servicio de la gente. Y, además, da igual que quienes votan ese cartel no sepan diferenciar a Velázquez de Goya. Esto no es como la Venezuela del compañero Maduro, sino mucho más divertido.

José Joaquín León