EN este Gran Día de las Playas, “donde descansan algunos de los mejores recuerdos de nuestra infancia y nuestra vida en general” (el alcalde de Cádiz dixit en su bando), voy a  hacer una breve exaltación (sin ripios chungos) de la playa de Cortadura, una de las más “preciadas joyas naturales” de nuestra provincia. Pertenece al término municipal de la capital y consiguió la bandera azul de los mares limpios. Sin embargo, a diferencia de La Caleta, Santa María del Mar y La Victoria, no se puede considerar una playa urbana. Está en el istmo, rodeada de mar, con nun entorno reconocido como un parque natural, o algo así, donde “viven seres vivos”.

La playa de Cortadura empieza con una fortaleza militar junto al mar. Sigue con un chiringuito, el Nahu Beach, que instaló la familia Cueto, y que pasa por ser uno de los mejores de la provincia. Más allá se encuentra el Ventorrillo del Chato, que pertenece a la familia Córdoba, y es uno de los mejores restaurantes de la provincia. Véase que hasta ahí todo es fino y de calidad. Más pallá que pacá, en Santibáñez, estaba la antigua Gallega, que era una venta de buen pescado, y en primera línea de playa, lo que siempre incordia a Costas. Se llega después a Torregorda, donde hay otra playita gaditana como tú, olvidada aunque atractiva.

El lugar es idílico, agradable y apacible. Con excepciones, dirán algunos. Pues ya sabemos que eso vale siempre que no sople el temido viento de levante. Esta es una playa abierta, sin edificios detrás, y carece de la protección de las tres playas urbanas de Cádiz. Un día de levante en Cortadura, como el que hoy se espera, daría para un popurrí como el de Los Cruzados Mágicos. Es una peripecia vital inolvidable. Si te agarras a una cometa, puedes salir volando.

El Ayuntamiento de Cádiz nunca ha tenido las ideas claras con esta playa. En los tiempos anteriores de la alcaldesa Teófila Martínez fue sometida a un proceso de mejora de servicios para reconvertirla en una Victoria Bis. Pensaba yo que con el alcalde González Santos sería una playa como más salvaje y natural. Algunos querían promocionar la zona nudista que supuestamente existe en Santibáñez. Sin embargo, no es así. Quizá porque el feminismo empoderado ha evolucionado desde las exhibiciones pectorales  de Femen al recato antisexista.

Como tantas cosas en la vida, Cortadura tiene sus luces y sus sombras. Es una playa para la luz. A las horas confusas de la madrugada, no se responde de nada. Si estuviera bien promocionada, Cortadura sería una playa famosa. Ya es una joya natural.

José Joaquín León