SE estaba hablando de la sequía y llegaron las inundaciones. Esta provincia es así, no tiene término medio. De inmediato, han aparecido los especialistas en meteorología (que somos todos, pasa igual que en el fútbol) para apuntar al cambio climático. Así como para los de Podemos la culpa de todo la tiene Rajoy, en los casos de tiempo revuelto la culpa de todo la tiene el cambio climático. Si soportamos 30 grados en el veranillo del Pilar, con los hoteles al 85%, lleno en Conil y un inconfundible tiempo de playa, la culpa es del cambio climático. Si tres días después se inunda Jerez de la Frontera, la culpa es del cambio climático. Será que el cambio odia a los jerezanos. No es la primera vez que se ven allí, como en otros municipios de la provincia, esas imágenes de inundaciones. Realmente curiosas, pero muy duras para quienes las padecen.

En los trayectos por la autopista, suelo notar que donde más llueve es en Jerez. Al parecer, no es por culpa del cambio climático, sino porque está más cerca de la Sierra que Cádiz Norte. Aquí no nos acordamos, pero desde el siglo pasado se decía que en Grazalema llueve más que en Santiago de Compostela. Y si llueve, llueve; quiero decir, que cae agua de verdad. Con cuatro gotitas no se llena un pantano. Llueve como ha llovido en otros siglos, cuando nadie hablaba todavía del cambio climático.

También es verdad que el ambiente está cada vez más caliente. Antes llovía, pero el día de los Tosantos la gente comía castañas asadas. Nadie iba al Balneario de la Reina Victoria a bañarse, ni celebraban fiestas de Halloween, que han venido con el cambio climático y las costumbres de los yanquis. Entonces, en otoño, la gente ya estaba preparando los nacimientos para Navidad, que incluían muchas figuras, pero en ningún caso caganers con la cara de Puigdemont.

En otros tiempos había otras costumbres; llovía y lucía el sol, según los días. Como hay poca memoria histórica, se han olvidado las procesiones de rogativas. Antes no organizaban tantas salidas extraordinarias por los 50 años del mayordomo, sino que convocaban rogativas con santos, según las necesidades. Procesión extraordinaria de rogativas contra la sequía. Procesión extraordinaria de rogativas contra las inundaciones. Así cada pocos meses. En Cádiz eran famosas las rogativas con el Señor de la Columna, al que llamaron El Aguador.

Todo eso se ha perdido, por culpa del cambio climático. Ahora Cádiz parece una provincia tropical, pero no se confundan: en otros tiempos llovía y salía el arco iris.

José Joaquín León