EL Cádiz CF ha conseguido que media Sevilla se ría de la otra media. Esa es la rivalidad, bien entendida. Pero sobre todo ha logrado algo importante, que es un crecimiento de la autoestima cadista, después de tantos años de penuria en la Segunda B. Es una lástima que Manuel Vizcaíno y Quique Pina, los artífices de los nuevos tiempos, no hayan sido capaces de solventar sus diferencias personales. Pero también se ha notado que incluso con dirigentes peleados, el equipo ha tirado del carro y no le han robado la ilusión. Gracias también a Álvaro Cervera, que no siendo de fútbol vistoso, ha conseguido lo esencial: que sus jugadores peleen a tope por la camiseta amarilla. La honradez y el esfuerzo, como normas básicas.

Con el 3-5 ante el Betis (un equipo de Primera, y en Sevilla), el Cádiz ha reivindicado lo mejor de sus leyendas. Cierto que el rival no se encuentra en un buen momento, y que su técnico Quique Setién (el mismo que entrenaba al Lugo, en aquel ascenso perdido en los penaltis) ya estaba a pique del repique. Este Cádiz ha conseguido dos proezas recientes en la Copa: eliminar al Real Madrid, en los despachos, por el caso de Cheryshev; y eliminar al Betis, en su campo, por el caso de la Manita.

 En los múltiples memes, montajes y paridas que han circulado se ha visto, una vez más, el consuetudinario ingenio gaditano. Y el desperdicio de ese talento, que a veces se canaliza hacia lo carnavalesco. Entre lo que ha circulado por las redes sociales y mensajitos de WhatsApp, uno de los mejores es el de la Manita amarilla con el mango azul, que supuestamente se entregó como regalo a cada espectador del Betis.

Si esto hubiera pasado en Madrid o en Barcelona, con una victoria ante el eterno rival, en una noche épica de Messi o Cristiano Ronaldo, las manitas ya estarían comercializadas. Se podrían adquirir el domingo en la tienda oficial del club, o en los puestos callejeros, o en los comercios chinos, que serán los que finalmente la venderán, si cuaja la idea. La Manita amarilla con el mango azul debería ser un símbolo del cadismo, desde la noche del jueves 30 de noviembre, que puso la rúbrica de oro a un mes triunfal.

Las cosas del Cádiz. El Submarino Amarillo que emergió en el mes de los difuntos. Un equipo que puede ser mejor o peor, pero que siempre es diferente. Un equipo raro, que, como su gente, es capaz de derrochar el ingenio para nada productivo, sólo por el gustazo de ser ingenioso. Sin entender que este año pueden ganar la Copa del Rey, aunque mañana jueguen con la resaca ante el Albacete. Habrá que animarlos un poco más. Se lo han ganado a pulso y púa.

José Joaquín León