EL acto organizado por el Ayuntamiento de Cádiz para inaugurar la nueva Avenida del 4 de diciembre de 1977 (antes Ramón de Carranza) ha sido oportuno y también oportunista. Con motivo de los 40 años de aquellas manifestaciones por la autonomía, sobre las que tanto se ha escrito, se ha vuelto a revisar la historia. Parece justo que un Ayuntamiento andaluz dedique una calle a recordar esa efeméride, aunque para ello no necesitaba apelar a la Memoria Histórica. Ya se ha explicado que el 4 de diciembre de 1977 no tiene nada que ver con la Guerra Civil, ni con la dictadura, pues ya había democracia en España.
El acto organizado incluía detalles emotivos, como la presencia de familiares de Manuel José García Caparrós, y la actuación de veteranos de la comparsa portuense ‘Raza Mora’, que cantaron el famoso pasodoble Un 4 de diciembre… en el Carnaval de 1978, cuando ya se celebraba en sus fechas de febrero, por cierto. En aquellos años, las comparsas cantaban a la autonomía, que era la esperanza del pueblo andaluz.
Es lógico y saludable que ahora se recuerde a Caparrós, cuya muerte se aclaró a medias. Es sabido que la bala que lo mató partió de un policía. Para llegar más lejos, como ahora reivindican desde la Junta de Andalucía, según dice Manuel Jiménez Barrios, se debería descubrir quién le disparó. ¿Por qué están bajo secreto los papeles de la investigación? Cuando sucedió, gobernaba la UCD. Pero cinco años después de morir Caparrós ya estaba gobernando el PSOE con Felipe González, que permaneció más de 13 años seguidos en el poder. Y después de Aznar, estuvo Zapatero durante más de siete años, en los que removió la Memoria Histórica. En estos 40 años de silencio ha gobernado la izquierda un poco más que la derecha; o lo que sean unos y otros.
Manuel José García Caparrós no iba a una guerra, ni siquiera a una jornada de lucha. Como los dos millones de andaluces que salieron a las calles, iba a vivir una jornada pacífica y a pedir la autonomía de Andalucía, sin que fuera discriminada por las nacionalidades históricas. Murió en Málaga, como le pudo pasar a otro. Pero fue él quien se quedó sin vivir estos 40 años de luces y sombras. Recordarlo está bien. Por el contrario, está mal utilizar lo que es de todos para hacerlo pasar como propio. Y lo peor es olvidar lo esencial del 4-D: Andalucía salió a las calles por sí, por España y por la Humanidad. O sea, para que no la engañen con un Estado plurinacional de catalanes, vascos, gallegos… y españoles.
José Joaquín León