PARA la integración del puerto en la ciudad de Cádiz siempre se consideró oportuno utilizarlo como aparcamiento. En los Carnavales de la Transición, cuando la fiesta recuperó un nuevo auge en los tiempos de los Carlos (Carlos Díaz de alcalde y Carlos Mariscal de concejal de Fiestas), el muelle era el estacionamiento predilecto. No se concebía un Carnaval en el que no se pudiera aparcar en el muelle. Es cierto que la ciudad contaba con menos espacios subterráneos, pues no habíamos llegado a los años gloriosos de Emasa. Con el tiempo, aquello se perdió.

Influyó demasiado el cambio de orientación en la Autoridad Portuaria. Se ha dicho que Cádiz ha vivido de espaldas a su puerto, pero se ha comentado menos que el puerto ha vivido de espaldas a su Cádiz. Con José Luis Blanco como presidente de la Autoridad Portuaria han entrado en una fase más práctica y razonable, que debe ser beneficiosa para todos, también para el Puerto, que tiene otros planes y nuevos objetivos.

Por ello, el proyecto que van a poner en marcha para licitar tres estacionamientos de superficie en los terrenos portuarios es como una reconciliación con aquella costumbre gaditana. Aparcar en el muelle pasó a ser imposible, con la excusa de los servicios aduaneros y la vigilancia, como si operaciones del tipo de la de Sito Miñanco fueran obstaculizadas. Todo tiene sus tiempos y el tráfico de mercancías peligrosas no se perturba por tal motivo, sino por otros.

Los tres estacionamientos previstos son escasos para las necesidades, pero menos habrá si se queda cerrado. Comprende 93, 125 y 69 plazas para turismos, lo que suma 287 plazas. A las que se deben añadir las previstas para autobuses. Aunque algunos piensen lo contrario, también es una aportación para integrar el Puerto en la ciudad.

En términos absolutos, por supuesto, no solucionará el mal del aparcamiento en Cádiz. Para ello, era necesario el parking subterráneo previsto en la plaza de Sevilla, que prestaría servicio directo a las terminales de transportes ferroviarios, marítimos y terrestres. A eso que denominaban el intercambiador de transportes, en una zona donde confluyen, y a pocos pasos del centro de la ciudad. Además de auxiliar al parking de Canalejas (¿o es del 4 de diciembre?) que se llena en las fiestas señaladas, y más que se llenaría si tuviera precios asequibles.

Con este proyecto de aparcamientos, la Autoridad Portuaria pone su granito de arena, a diferencia de otras instituciones que sólo ponen inconvenientes para todo lo que beneficie a la ciudad.

José Joaquín León