SIEMPRE nos quedará Canarias, que se ha convertido en el último bastión de los barcos de pasajeros que salen del puerto de Cádiz. Siempre es un decir, nunca se sabe, pero sí al menos hasta 2020, tras renovarse la concesión a Trasmediterránea por dos años más. Esos barcos, que todavía transportan a pasajeros (además de mercancías) son la evocación postrera del esplendor perdido del puerto de Cádiz, cuando zarpaban los barcos a Veracruz, a Cartagena de Indias, a La Habana, a Montevideo, a Manila, a esos destinos que perdimos con el paso del tiempo, cuando el avión se consolidó como un invento mortífero para el tráfico marítimo de pasajeros.

Queda un aspecto curioso. Los cruceros se pusieron de moda. Ahora vienen cuatro cruceros al puerto de Cádiz, con sus miles de pasajeros, y es una alegría. Sin embargo, no son capaces de poner de moda los viajes a Canarias en el Albayzin y compañía. Barcos que pasan por Lanzarote, por Fuerteventura, por La Palma, que llegan a los puertos de Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria. ¿Por qué no tienen encanto? ¿Por qué no se disfruta del viaje, al ritmo lento de otros tiempos, como cuando los tatarabuelos iban a América?

Ahora los barcos a Canarias se salvan por los plátanos y otras mercancías. Se salvan porque son de utilidad pública para la conexión de las islas con la península. Se habla de que en algunos periodos podría incorporarse un cuarto barco semanal a los tres que existen. Incluso han planteado un abaratamiento del precio para aumentar el número de pasajeros. Entre otras cuestiones, el marketing para vender los viajes entre Cádiz y Canarias es desastroso. No se presenta como un aliciente. No lo promocionan bien.

A José Luis Blanco le ha caído un problema importante con el tráfico de contenedores. Estaba tan contento con la integración en la ciudad que apenas se hablaba de lo otro, que es lo más preocupante para los portuarios y quienes aún viven del muelle con escala en el Lucero. Recuperar y buscar líneas de pasajeros es un aspecto más de lo que debería ser el puerto de Cádiz. Parece que no interesa tanto, cuando ser puerto de pasajeros es muy importante para una ciudad, sus hoteles y su comercio en general.

Renfe potencia el tren Al Andalus en plan belle époque, y aquí perdimos hasta el Vapor de El Puerto. Podrían trabajar ese segmento de los pasajeros de barcos desde Cádiz. No sólo con el Algarve portugués y Huelva, como se ha indicado, sino con otros destinos. Para ello hace falta lo principal, que son los clientes. Y las ganas de buscarlos.

José Joaquín León