UNO de los principales problemas que padecemos es que el populismo se ha contagiado a todos los partidos. Se ha visto, una vez más, con motivo de esa campaña Jerez cappital. Ha sido un error grave de Antonio Saldaña, que le aporta poco en Jerez y molesta bastante en Cádiz. No porque lo hiciera con intención de fastidiar, ni de reivindicar la capital administrativa (como dicen ahora), sino porque le regala un flotador al alcalde de Cádiz, José María González, que es de Podemos, y puede manejarse mejor en esos pantanos de los falsos agravios. En resumen, es una tontería que perjudica al propio PP. Antonio Sanz lo debería cortar. Por lo demás, ha abierto una de esas cortinas de humo que tanto gustan a los que no hacen nada. Y eso vale para todos.

Han necesitado aclararlo, para decir que no están reivindicando que Jerez sea la capital administrativa de la provincia, sino que la Junta de Andalucía la trate como una capital. Eso tiene sentido, porque Jerez cuenta con más habitantes que Cádiz y que otras capitales andaluzas, como Almería, Huelva y Jaén. Pero se puede reivindicar de otra manera. Y, además, que el problema de Jerez no es tanto la Junta (que allí ha participado en varios proyectos), como la incapacidad del PP y del PSOE para consolidarse en la Alcaldía después de la herencia que recibieron de Pacheco, para bien y para mal.

En cuanto a la capitalidad de la provincia, volvemos a lo de siempre. El problema no es de cantidad de habitantes, sino de calidad de liderazgo. Como se ha señalado, Cádiz es la capital administrativa para lo burocrático, pero no la ejerce como liderazgo en la provincia. Jerez se puede considerar la capital comercial, pero tampoco pasa por sus mejores momentos. El problema de esta provincia es que nadie lidera nada. De vez en cuando se habla de la capital, o de la novena provincia del Campo de Gibraltar, con capital en Algeciras, como reclamaba Patricio González. Tenemos hasta dos diócesis eclesiásticas, limitadas por el río Guadalete, que dividen a El Puerto de Santa María por la mitad. Aquí casi todo se divide, y no se unen para proyectos serios.

En ese contexto, es normal que discutan por tonterías como esa campaña. Son los riesgos del populismo, que consiste en lo que ya sabemos: apostar por la demagogia y las chuminadas, para disimular que no saben gobernar, ni tienen proyectos, ni proponen alternativas que realmente aporten esperanzas en el futuro. Entrar en ese juego populista es peligroso para quienes deberían ofrecer precisamente lo contrario.

José Joaquín León