LA coincidencia de la campaña electoral con la Semana Santa es una tentación peligrosa para politizarla.  Por eso, ha resultado curioso lo ocurrido en Málaga. El hermano mayor de la Congregación de Mena, Antonio de la Morena, envió una carta a los líderes del PP, Pablo Casado; de Ciudadanos, Albert Rivera; y de Vox, Santiago Abascal, a fin de que se abstengan de acudir al traslado del Cristo de la Buena Muerte, para evitar que se politice el acto. Se podría pensar que si no lo quieren politizar, debían empezar por el principio. Es decir, que el traslado del Cristo no lo hicieran los legionarios. Pero eso supondría la ruptura de una tradición arraigada.

Ya se ha explicado en muchas ocasiones que las cofradías deben evitar las tentaciones de los figurantes. En Sevilla, la Macarena, no abrirá el el atrio para invitados en la Madrugada del Viernes Santo. En estos días existe el riesgo de que se cuelguen políticos alrededor de las cofradías. Tampoco todos son iguales. El presidente de la Junta, Juanma Moreno Bonilla, ha salido como hombre de trono en Málaga. En Sevilla, cuando era ministro del Interior, se dio el caso de que Juan Ignacio Zoido salió de nazareno en San Isidoro, pero iba con su túnica y su antifaz de ruán negro, como uno más y sin alardes.

Acudir al traslado de los legionarios y cantar “Soy el novio de la muerte” es un poco fuerte. Me refiero a los políticos, claro, que no iban a acudir en privado, como decían. Existen unas normas no escritas, pero que en Andalucía son bien conocidas, según las cuales se sabe cuando un personaje acude a la Semana Santa con dignidad y respeto o para hacerse notar. Por eso, la decisión del hermano mayor de la Congregación de Mena ha sido oportuna.

Se ha comentado que en Semana Santa habrá una desconexión de la campaña. Es imposible que eso ocurra, porque el político-candidato lo es desde que se levanta hasta que se acuesta, y puede que mientras duerme también. Si van a los mercados a saludar a las marías, si van por las calles a besar a los niños, también pueden acudir a una procesión por la que nunca se interesaron. Incluso lavar los pies a doce pobres, o cargar la cruz en un vía crucis. Abascal empezó jugando a don Pelayo.

Después de Semana Santa, vendrá el rechinar de dientes. Según el CIS, se supone que un 40% de los españoles decidirá su voto en los últimos días. ¿Cómo se van a quedar quietos, con lo que hay en juego?

José Joaquín León