CON Brexit duro o con Brexit blando, España debe rectificar su visión de Gibraltar. Hasta ahora tenemos el síndrome de Gibraltar. Consiste en que los españoles nos preocupamos por ellos como si fuéramos sus monos. De modo que ahora, con el Brexit que pretende endurecer Borís Johnson, si se lo permiten, la principal preocupación es conseguir que no haya problemas con Gibraltar. Es decir, incumplir las normas internacionales que fijará Europa para las fronteras con el Reino Unido, a fin de no molestar a los gibraltareños, que dan más de 13.000 empleos a vecinos de La Línea, según algunas versiones. Dicen que nada debería cambiar.

¡Anda que no! Va a cambiar todo... Cuando dejen de pertenecer a la Unión Europea ya no tendrán los mismos derechos y deberes. La frontera no podrá ser un coladero, ni podrá continuar el despiste fiscal, ni la impunidad aduanera. Estamos viendo el problema al revés. En Gibraltar siempre lo ven con sus ojos gibraltareños. Y nosotros también lo vemos con sus ojos gibraltareños, en vez de con los nuestros.

La solución es justamente la contraria. La solución es que los 13.000 linenses que van a Gibraltar no crucen la frontera, sino que trabajen en La Línea. Se debe tener en cuenta que el Brexit ya está originando consecuencias, con el traslado de empresas de juego a Malta. Lo mismo sucederá en otros sectores financieros y de seguros. Así que el futuro para muchos trabajadores no va a ser Gibraltar, sino el paro.

El alcalde de La Línea, Juan Franco, tiene algunas buenas ideas, pero no las sabe explicar. Es lo que sucedió con la propuesta para que La Línea sea autónoma. Por el contrario, en el programa El Mirador de Andalucía, de Canal Sur Radio, aludió de pasada al caso de Hong Kong y Shenzhen. Pues sí, esa es la clave. Montar un Shenzhen en La Línea. Una medida no sólo política, sino también económica, que requiere la captación de empresas para crear empleo masivo en el Campo de Gibraltar.

Shenzhen es una ciudad que se inventó el Gobierno chino enfrente de Hong Kong, cuando aún era otra colonia británica. Shenzhen pasó de ser un pueblecito a tener 15 millones de habitantes. Hoy es como el Silicon Valley de Asia. El mundo se abastece de productos de Shenzhen, que fue la primera Zona Económica Especial de China.

Nuestro Gobierno es provisional y cortito de ideas. Pero el camino es ese: apostar por lo tuyo y no por lo suyo. Puede que así hasta les interese la cosoberanía. Para eso, en La Línea deben vivir mejor que en Gibraltar.

José Joaquín León