EL Mundial en Sevilla ha sido triste y cortito, como en el resto de España. El Mundial tiene algo de carnavalesco, con la gente que se disfraza con sus camisetas rojas y se pintarrajea, como si fueran una chirigota de Lolo Álvarez Seda o Antonio Pedro El Canijo de Carmona. Los primeros partidos del Mundial coincidieron con las celebraciones del Orgullo Gay, que también tienen bastante de carnavalesco, y quizá por eso lo celebran en la Alameda de Hércules, como las viejas murgas que se perdieron. Ahora lo que se ha perdido es el Mundial de 2018. No se podrá decir que Espadas fue alcalde con un Mundial debajo del brazo. Por el contrario, el único alcalde con el que se ganó un Mundial es Monteseirín, un talismán, que tenía una potra tremenda y unas setas vistosas.

Un año después de aquello consiguió Zoido 20 concejales. Ya veremos lo que pasa después de esto. Es seguro que no habrá aglomeraciones para ver la final, que se disputará el domingo 15 de julio a las cinco de la tarde (hora lorquiana). Lo siento por los que venden camisetas de La Roja.

Este año hemos tenido poco ambiente de Mundial en Sevilla. La hora del partido del domingo también era fina: a las cuatro de la tarde (hora de la siesta). Con razón se podía decir que las calles estaban desiertas. Sólo había turistas, como siempre. Desde que Iago Aspas falló el último penalti no se habla de otra cosa en las tertulias, ya ni siquiera se habla de las elecciones al Consejo de Cofradías. Todo el mundo está buscando a los culpables.

Las opiniones están divididas entre los siguientes: Luis Rubiales (por echar a Lopetegui en las vísperas), Florentino Pérez (por fichar a Lopetegui en las vísperas), Lopetegui (por decir en las vísperas que Florentino lo había fichado), Fernando Hierro (porque ya se ha visto por qué no clasificó al Oviedo en 2017 para los play offs de Segunda), De Gea (por cantar y encajar seis penaltis seis, de seis que le chutaron), Piqué (por levantar la manita tonta), Isco (por ir de figurita y escabullirse a la hora de los penaltis), el árbitro Kuipers (por tragarse un penalti con VAR y todo, en el último minuto, quizá por miedo).

Es una pena que echaran a Rajoy en las vísperas, porque también  lo podrían culpar y decir que La Roja ganaba mejor con Zapatero. Otro talismán, como Monteseirín. Sólo les faltó llevarse a Quique Setién y dejar al Betis sin entrenador por culpa de Florentino. Hay años en los que no se está para nada, y ya no pasamos ni de octavos.

José Joaquín León