SER político es una profesión de alto riesgo. Es como saltimbanqui, trapecista o funambulista. Pero lo más grave es que ser político ya no se centra en las ideas, sino que se trata de estar en el sitio adecuado en el momento oportuno. Es como la diferencia entre Koke o Rakitic en la ruleta rusa de los penaltis. Por ejemplo, un pedrista como Celis estaba en el sitio inadecuado, pero le ha sonreído la fortuna. Mientras que María Jesús Montero ahora juega a dos barajas. Pero eso no es nada, comparado con lo que tienen montado en el PP. Los partidarios de Soraya y los de Cospedal supongo que estarán rezando y poniendo velas a San Judas Tadeo y a Santa Rita desde que Rajoy volvió a Santa Pola (Alicante). Y por fin les llega lo peor: susto o muerte.

En Sevilla, todo el mundo sabe de qué pie cojea cada uno. Por lo cual también se sabe quién se podría quedar en la sillita de ruedas de la política. Recordemos: cuando Juan Ignacio Zoido ejercía el poder municipal, se afirmaba que María Dolores de Cospedal sería la mejor. Y algunos también lo siguieron diciendo cuando fue nombrado ministro del Interior. Era el ministro sevillano, explicaban unos. Era una patada hacia arriba, replicaban los otros.

Porque cuando triunfaron los Pérez (Virginia y Beltrán), con el beneplácito reconocible de Javier Arenas y Juanma Moreno, se destacaba el golpe de mano que habían dado los partidarios de Soraya. Los triunfadores eran de Soraya pura. Entonces nadie se declaraba fan de Alberto Núñez Feijóo. Eso llegó después. Cuando se acabó el marianismo, todos eran del otro gallego. Pero Feijóo se vio venir el jaleo y los dejó sin candidato para el tiroteo.

Hemos vuelto al principio, que era la impresión de que esto se litigaría a las bravas entre Soraya y María Dolores. El fin de los gallegos, el tiempo de las mujeres, la agridulce sensación de elegir entre susto o muerte. Quedan algunos outsiders, que contribuyen a animar el ambiente, pero al final les pasará como a Japón ante Bélgica. ¿Ustedes se imaginan el follón de adaptarse si gana Pablo Casado?

Está asumido que habrá nuevos capítulos de vencedores y vencidos en el PP sevillano, sólo por estar aquí o allí. Por eso, ha quedado la costumbre de decir que ser político no es una profesión, aunque para algunos y algunas sea la carrera de sus vidas. Y lo peor es que hay que estar en el lado bueno. Antes o después. Porque el arte supremo del político es saber reubicarse.

José Joaquín León