LA Real Orquesta Sinfónica de Sevilla se ha instalado en la polémica desde sus inicios. Cuando no es por discrepancias entre instituciones es por la gestión o por las penurias económicas. El origen del mal es sencillo de intuir: es una orquesta politizada. La cultura y la política son incompatibles, a pesar de la zeja de Zapatero y los sentidos actos de los premios Goya que han pedido para Sevilla. La cultura y la política son bastante incompatibles, porque una de las misiones de los artistas (y la gente culta, en general) debería ser denunciar los abusos del poder, pero no sólo cuando gobierna el PP, sino siempre. La esencia del artista es la libertad y la independencia, incluso en contra de sus propios intereses.

Con la ROSS sucede lo contrario. Está tan mediatizada, por su dependencia económica, que los políticos hacen política con una orquesta sinfónica. Ahora, con la dimisión de John Axelrod como consejero delegado, se ha comprobado que aquello fue un error. Asumió la gerencia como un paso al frente para profesionalizar el funcionamiento. Pero Axelrod es un director de orquesta, que se debe centrar en la programación y la dirección artística. La gerencia incluye otros problemas. Tampoco la vituosidad musical garantiza un buen funcionamiento como gestor. Puede ocurrir que una doctora en Medicina sirva para dirigir hospitales y llegue (progresando, progresando) a ministra de Hacienda, pero yo sólo conozco un caso semejante.

En la gestión de la ROSS, salvando las distancias, se exige mucho. La dimisión (o renuncia, que parece más suave) de John Axelrod es normal; y lo anormal fue elogiar que asumiera el cargo. Se permitió para pacificar el ambiente musical y por quitarse un problema de encima. Sin embargo, no era el director norteamericano quien debía dedicarse a eso. Es más sensato convocar un concurso público, como ha pedido Mar Sánchez Estrella, en nombre del PP. Se necesita un gestor profesional,

El problema de fondo es que la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla merece un mejor trato. Ya ha superado el cuarto de siglo. No es mucho tiempo, si la comparamos con la Staatskapelle Dresden (fundada en 1548), pero es un éxito teniendo en cuenta que ha estado amenazada de irse al foso de los mártires en varios momentos. Sevilla se merece una gran orquesta, que gane prestigio en el panorama internacional. Una orquesta despolitizada, que entre en la Liga de Campeones de la Música.

José Joaquín León