ESTOS días caniculares de agosto son malos para la actividad municipal. Más duros aún para ejercer la oposición, como intentan Beltrán Pérez y sus compañeros del PP, que sólo oyen comentarios del master de Pablo Casado, ellos y ellas que fueron de Soraya. La gente está refrescándose las ideas en las playas de Chipiona o Matalascañas, mientras Pedro Sánchez va de Marivent a Doñana. Así es el poder terrenal en agosto. Pero no debería pasar desapercibido algo que criticó el portavoz municipal del PP, tras una reunión que mantuvo recientemente con los responsables de APES (la Asociación de Parques Empresariales de Sevilla). Hay cierta deslocalización de empresas de esos polígonos industriales. Se están marchando a otros municipios que les ofrecen mejores condiciones.

Estaríamos ante un atisbo de lo que pasó en Cataluña antes de aplicar el artículo 155, pero con el polígono industrial. Es cierto que Juan Espadas no tiene nada que ver con Carles Puigdemont, ni Carmen Castreño se parece a Elsa Artadi, y que a Quim Torra no me lo imagino como concejal de Fiestas Mayores, ni a Oriol Junqueras al frente de los parques y jardines, para la secesión del árbol podrido. Así que este traslado de empresas, al que aludió Beltrán, no debe ser por motivos políticos.

Los parques empresariales, comparados con el de María Luisa, no tienen árboles que recortar antes de que destrocen otra glorieta, ni tantas cotorras a las que exterminar. Los parques empresariales son feos con ganas, y a veces amanecen demasiado sucios. Algunos parecen construidos como a mala idea. Se podría organizar un concurso a ver cuál es el más feo de Sevilla, a sabiendas de que estaría reñido. Pero cumplen una importante función empresarial. Hay 22 polígonos industriales en Sevilla, con unas 2.000 empresas.

Se supone que montaron una Zona Franca (donde se ha recolocado Alfredo Sánchez Monteseirìn) para atraer más empresas, no para que las de los polígonos industriales salgan huyendo hacia otros municipios del entorno, a causa de una fiscalidad que ha aumentado y les perjudica. No sólo consiste en que les hayan mejorado la limpieza, como dijo la concejala de Economía y Comercio, Carmen Castreño.

Por ello, parece sensata la petición de Beltrán Pérez: un plan especial para salvar los polígonos industriales de Sevilla, donde trabajan miles de criaturitas, en tiempos que aún son malos para el empleo.

José Joaquín León