EN Sevilla, como en toda Andalucía, se practica estupendamente el arte de retrasar. Aquí todo va con retraso, menos los relojes. Esto se nota muy bien en las infraestructuras. Desde la Expo 92 en adelante creo que no se ha terminado nada en su plazo formal. Eso ha servido para que la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento se conviertan en expertos lanzadores de balones fuera. El mejor ejemplo es la línea 3 del Metro. Si oímos a Juan Espadas, parece que las obras van a empezar antes de las elecciones municipales de 2019. Pero si volvemos a poner las grabadoras con aquellas declaraciones de la consejera Rosa Aguilar (cuando era alcalde el actual delegado de la Zona Franca) se vería que esas obras ya deberían tener la cinta cortada.

El arte de retrasar es como la caza. Los especialistas ponen señuelos por delante, para confundir. Otro ejemplo bonito es el de los túneles de la SE-40 entre Coria y Dos Hermanas. Ponen por delante el señuelo de la ampliación del puente del Centenario, que en teoría mejorará el tráfico. Con eso distraen al conductor. ¿Y los túneles cuándo los veremos? Nadie lo sabe.

Entre todos los casos de retrasos y promesas de obras, uno de los más pintorescos es el de Tablada. Este caso viene del siglo pasado. Podrían haber organizado un concurso de infografías sobre las obras a realizar en Tablada. Esas infografías se podrían exponer en la Avenida, como aquellas fotos del orgullo bizarro gay, o las de Murillo, que eran más recatadas. La gente reiría a carcajadas, si pudiera ver el campeonato de paridas de Tablada.

Otras obras retrasadas son más domésticas y entrañables. Del tipo del antiguo mercado de la Puerta de la Carne, que se viene prometiendo desde Monteseirín en adelante, como algo inminente. Al menos ya terminó la okupación, lo que supone un avance. Y, por supuesto, en este paquete urbano, también tengo muy presente a la antigua Comisaría de la Gavidia y la que fue iglesia de San Hermenegildo. Ahí ayudaron las cofradías, cuando se rumoreó que sería la sede del Consejo. Le contaremos a nuestros nietos: “Yo vi salir al Señor de Pasión de San Hermenegildo”. Creerán que es un delirio tremendo.

El arte de retrasar es contagioso. Lo aplicamos, como norma, a los comportamientos y proyectos oficiales. Pero se nota en otras actividades y compromisos privados. La fórmula es muy sencilla: “Deja para pasado mañana lo que puedes hacer hoy”.

José Joaquín León