POR fin en Bruselas se han interesado por los problemas auténticos de los ciudadanos. Juncker, en nombre de la Comisión Europea, confirmó ayer que no tendremos horario de verano y de invierno. El Parlamento Europeo debe pronunciarse, después de los resultados de una macroencuesta online como está mandado (no como la de la Feria), en la que han participado 4,6 millones de personas, resultando que el 80% de los participantes prefieren el mismo horario durante todo el año. Nada de cambios. En España, más del 90% no quiere el cambio de la hora. Ya, de paso, les podrían haber preguntado si querían el cambio de Pedro Sánchez.

Este es un temazo bueno de verdad, no un rollo chungo como el del Valle de los Caídos. Paz eterna para los relojes. Pero el ministro Borrell, buen conocedor de Europa y sus sueldos, ha puesto el dedo en la llaga: está por ver si el horario que tendrá España será el de verano o el de invierno. Juncker quiere el de verano, pero eso supondría en Sevilla que en diciembre amanecería casi a las 10 de la mañana.

¿Han pensado en las consecuencias que eso tendrá en Sevilla? En Semana Santa, por ejemplo, se nota mucho cuando el Valle sale por Laraña con sol o de noche. En Semana Santa el cambio de la hora era como una lotería, un año te tocaba y otro no. Y en la Feria también se notaba el cambio, al que se ha acusado del retraso de los horarios, comparada con otros tiempos. Y si se retrasa, finalmente, ¿qué pasa? ¿Afectaría al paseo de caballistas? ¿Volverían los horarios a las costumbres de los tiempos de Franco antes del Valle? ¿Se puede regresar a una Feria de siete días?

El cambio de la hora en Sevilla condicionará al cine de verano del patio de la Diputación. Las películas que proyectan, como Mi querida cofradía, empezarían una hora antes con el horario de invierno. Los partidos de fútbol, como el del Betis contra el Sevilla, también podrían comenzar una hora antes, o no, según. Y la gente se iría a la cama a descansar (o a lo que se le apetezca) una hora antes o después. Y lo mismo con todo. Hay una hora en juego, y es para siempre, mientras no la vuelvan a cambiar.

¿Usted qué prefiere lo de invierno o lo de verano? ¡Con el trabajo que ha costado acostumbrarnos a los horarios disparatados! Volver a un tiempo más nocturno sería como asumir que el horario actual es de locos. Pero nos hemos resignado a una locura. Y puede que nos guste.

José Joaquín León