LA tarjeta infantil de Tussam es un gran invento del Ayuntamiento del bienestar. Un avance más en el camino para que todos los servicios municipales salgan gratis. Bueno, no gratis del todo, porque la tarjeta para niños de 3 a 11 años empadronados en la ciudad cuesta 15,50 euros y tiene validez por cuatro años, cuando se puede renovar. Si el niño o la niña no se ha hecho un hombrecito o una mujercita, se entiende. A este paso de misterio, vamos quedando menos que pagamos en los autobuses de Tussam. De hecho, pasar el bonobús recargado se está convirtiendo en un lujo. Puede que los del bonobús sean considerados ricos por Pablo Iglesias. Se espera un aluvión de niños en los autobuses urbanos, para que así se familiaricen con el transporte público, y sus papás y mamás no utilicen tanto el coche, vayan a donde vayan.

Esta medida la aprobó el pleno de julio, si bien con matices. Ciudadanos la había incluido en el acuerdo del presupuesto. El PP pidió que no se tuviera en cuenta la renta de las familias para la tarjeta infantil. Es decir, que puedan viajar todos los niños, tanto si sus padres son pobres como ricos. El PSOE lo aceptó. Esto le pareció injusto a Izquierda Unida, que se aferró al criterio de renta, o a la cuestión de clase. Podemos protestó por otras cuestiones. Los plenos son así, diversos, como ellos y ellas, pero la tarjeta infantil salió adelante en Sevilla.

Significa que a partir de ahora se deben cuidar más los detalles. Por ejemplo, la publicidad en los autobuses de Tussam. Siempre hubo niños, pero ahora acudirán muchos más. Y de todas las rentas familiares; lo mismo si Pedro Sánchez se la sube como si se la baja. Se supone que los autobuses serán como más familiares, y la familia que viaja unida permanece unida.

Por último, está la cuestión de fondo: ¿los niños deben viajar gratis o a precios populares? Los niños podrían aprender que los servicios son gratuitos, pero que hay unos cuantos que los pagan; en general, personas ricas y de clases medias, incluso pobres sin fortuna, que tributan lo que se denomina impuestos, por aquello de la compensación social.

En el bus de Tussam, los que no viajan también se lo vais a pagar a los que viajan, por lo cual es mejor que viajemos todos, para no hacer el primo dentro de las familias viajeras. Conclusión: que no pague nadie en el autobús, sino que Dios se lo pagará. Si no lo insultan. El Ayuntamiento del bienestar es así: vamos progresando.

José Joaquín León