LA gente es así de novelera. Parece que por fin ha llegado el día en que Sevilla se convierte en una gran ciudad. Gracias a la inauguración del centro comercial de Torre de Sevilla, donde entre otras tiendas hay una de Primark. Sin embargo, lo más interesante de este  centro comercial es que va a legitimar la mismísima Torre Sevilla. Ese rascacielos que antaño se llamó la Torre Pelli, en recuerdo de su autor. Fue criticado por todo el mundo en general, porque una ciudad como Sevilla no debía contar con un rascacielos como ese. Rivalizaba con la Giralda, establecía un histriónico diálogo arquitectónico, destrozaba el sky line a lo salvaje... Eso es lo que decían.

Algunos que lo decían disfrutan con la inauguración del centro comercial, que a su sombra se cobija y la va a consagrar. No sólo el centro comercial, claro. También el centro cultural del CaixaForum y el hotel de Eurostars y todo lo demás. La Torre de Sevilla pronto se integrará en el paisaje asumido. Como la plaza del Duque, o como las Setas de la Encarnación que ya están asumidas, incluso como atracción de turistas. El destrozo causado allí fue mayor que el de la inspiración de Pelli.

Sevilla podía tener un rascacielos. Esta Torre no es altísima, no es como el Burj Khalifa de Dubái, con sus imponentes 828 metros. La Torre Sevilla es de la Segunda División B en la clasificación mundial de los rascacielos. Nada que ver con el Bund de Shanghái, ni con Nueva York, ni con Chicago. En Europa eran París, Londres y Francfort las ciudades de los rascacielos, sin olvidarnos de Moscú y de Estambul.

Como pueden ver, un rascacielos no es incompatible con una ciudad histórica. En Madrid tienen los suyos (modestos comparados con otros del ranking, ahí no ganarían el The Best como Modric), y la plaza de Castilla no es como el Madrid de los Austrias un domingo de Rastro. En Torre Sevilla lo más criticado fue la ubicación. Apocalípticas profecías sobre el tráfico se  añaden a las calificaciones de adefesio.

La ubicación es precisamente la gran incógnita del centro comercial que hoy abre sus puertas. No lejos de allí, en la antigua estación de Córdoba, hay otro que no ha funcionado bien para el comercio. Para el nuevo confían en el área metropolitana que aportará en torno al 60% de las visitas. El sevillano y la sevillana, a pesar de todos los centros, casi siempre terminan volviendo en Navidad (y muchos días) al centro de toda la vida. Veremos qué pasa.

José Joaquín León