SER alcalde no es sencillo. A veces vives momentos bonitos. ¿Y lo que hay que aguantar? Ayer fue una jornada agridulce. A las 10 de la mañana, Juan Espadas pasó a la historia local como el alcalde con el que se ha abierto el primer establecimiento de Primark en Sevilla. Por fin: flagship en Torre Sevilla, y con influencers. Nunca antes ningún alcalde vivió cosa semejante. Puede que otros hayan presidido un Santo Entierro Grande, o lo que sea, y Espadas todavía no; pero inaugurar un Primark carece de antecedentes. Había gente esperando desde las siete de la mañana. Yo no sé para qué se van algunos desde temprano, siempre que hay algo curioso. Pero la verdad es que esto sucedía por vez primera en la vida. Estaban como locos.

Juan Carlos Cabrera había dispuesto un servicio de tráfico especial. Tussam había reforzado sus líneas con destino a Torre Sevilla. Y, por si fuera poco, Uber y Cabify ofrecían servicios gratuitos, por crear ambiente con los taxistas y protestar contra el Gobierno. Así da gusto comprar en Primark. Aunque en El Corte Inglés de la plaza del Duque también había descuentos.

Pero vuelvo al principio, para decir que los momentos felices son efímeros, y que un alcalde debe apechugar con todo. La oposición de Participa Sevilla y de Izquierda Unida había confluido con Ciudadanos para pedir una comisión de investigación. Pleno extraordinario contra el arboricidio. Apoyados también por asociaciones que están ahí para lo que haga falta, siempre que sea algo verde. Beltrán Pérez que saca el capote y le hacen un quite al alcalde, pero como sin querer. El PP se abstiene de sumarse a la oposición de los otros.

Ayuntamiento raro, donde los que votaron al alcalde ejercen la oposición, y dónde los que perdieron la Alcaldía (por culpa de los que ahora se oponen) lideran la oposición. O se abstienen, cuando es peor el remedio que la enfermedad de los árboles.

La gente quiere todo y en el mismo paquete. Decía Susana Serrano que es por culpa de lo mismo: lo mismo es si apean un árbol, lo mismo es si se cae una rama y contusiona a varios desgraciados. Cuando eres alcalde te pasa eso, que tienes la culpa de todo. Si se cae un árbol él solito es por culpa del alcalde, y si lo apean a tumba abierta también. Y si un concejal va con la pala, a reponer alcorques, nadie se fija.

Menos mal que Espadas pasaba a la historia horas antes. Menos mal que cerca de Torre Sevilla no había apeos ni caídas.

José Joaquín León