ERA un secreto a voces en la calle San Gregorio: el Cristo de la Conversión del Buen Ladrón, de la Hermandad de Montserrat, presidirá el via crucis de las cofradías de Sevilla en 2019. Estaba tan claro como la elección de Charo Padilla para ser la primera pregonera. No hay nada como convocar elecciones del Consejo para que se pongan de acuerdo, pues están más preocupados por otras votaciones. El vía crucis de 2019 lo organizará otra Junta en el Consejo y otra Junta en Montserrat, ya que ambas corporaciones tienen elecciones por medio. Sin embargo, es lo de menos. Lo de más es que el acto penitencial de Cuaresma estará presidida por una extraordinaria imagen, quizá no suficientemente realzada en la devoción popular. Y se puede añadir que así comienza el Año de Juan de Mesa. Un año muy importante, otro año artístico, como el de Murillo.

Juan de Mesa nació en Córdoba, pero fue enterrado en la sevillana iglesia de San Martín. Tiene un monumento en la plaza de San Lorenzo (obra de Sebastián Santos Calero), cuya efigie es vilmente atacada a diario por aves de mal agüero. Murió a los 44 años, pero le dio tiempo de culminar una obra escultórica con imágenes excepcionales, gran parte de las cuales fueron atribuidas a Juan Martínez Montañés, su maestro. Hasta que se descubrió la grandeza de un imaginero casi ignorado.

El Año de Juan de Mesa debe celebrarse entre 2019 y 2020. Es cuando se conmemora el cuarto centenario del Cristo de la Conversión (Montserrat), del Cristo del Amor, del Cristo de la Buena Muerte (Estudiantes) y del Gran Poder. Una tetralogía que define, por sí misma, la Pasión de Cristo según Sevilla. Una obra, desde el punto de vista estrictamente cultural, que abre una evolución rompedora, hacia el barroco, que lleva al siglo de oro, y culmina con el Cachorro de Francisco Antonio Gijón.

El Año de Juan de Mesa, si se organiza como Dios manda, sería un imán para Sevilla. Desde lo popular, atraería más turismo nacional que Murillo. Y aunque cada hermandad esté interesada en sus conmemoraciones propias, también se deben abrir a las colaboraciones conjuntas. Hasta se podría organizar un Santo Entierro Grande en 2020, con las obras de Juan de Mesa, sus orígenes y lo que vino después; aunque ya sé que suena a palabras mayores para el próximo Consejo.

El Cristo de la Conversión no es sólo el esbozo inicial de un Gran Poder crucificado. Es el Cristo que escucha y perdona siempre a la Sevilla del Buen Ladrón; el que la redime, la salva y la protege, así en San Lorenzo como en la Magdalena.

José Joaquín León