SE formó el primer gran atasco de tráfico en Torre Sevilla y la gente ya está despotricando. Los alrededores del nuevo centro comercial quedaron colapsados a ratos en la tarde/noche del sábado y parece que la oposición lo estaba esperando. En el PP y en Ciudadanos se frotan las manos, mientras en el PSOE los ven revolotear y les parece como si fueran cuervos. A Juan Carlos Cabrera, como delegado de Movilidad que es, se le pone la cara de circunstancias. Pues ha abierto nuevos accesos, pero milagros no puede hacer. Tampoco tiene la culpa de que a todo el mundo en general se le ocurre ir a la misma hora al mismo sitio. Y el gran aparcamiento de las tres mil plazas unos dicen que se llenó y otros que no del todo, y que es un embudo. Tres mill coches unidos jamás serán vencidos.

La verdad es que los atascos crean sensación de éxito de público, por lo que contribuyen a hacerle una buena publicidad al centro comercial de Torre Sevilla. En esta ciudad, si la gente ve una cola pregunta: “¿Usted es el último?”. Y se pone detrás. Después se interesan: “¿Y esto para qué es?”. Con los atascos pasa igual. Es un medidor social del éxito. Si el puente del Centenario aparece atascado, y se nota desde lejos, allá que vamos como uno más.

Se añade que todo lo organizan el mismo día por los mismos sitios. El sábado, además del centro comercial de Torre Sevilla propiamente dicho, había un concierto de El Barrio en el Auditorio Rocío Jurado, una antología del outlet (o algo así) en el estadio de la Cartuja, una carrera popular en el parque del Alamillo, además de las criaturitas que habitualmente acuden a esa zona verde a solazarse; y puede que quienes iban a la Feria de las Naciones del Prado, ya que pasaban por allí, también se metían en el atasco.

-Raro es que no hubiera una procesión de gloria por el puente de Chapina...

Es lo que faltaba. Pero de todo lo demás había. Sin olvidar que es una zona por la que muchos vehículos  pasan en el trayecto a la autovía de Huelva y el Aljarafe, o a la autovía de Extremadura y Camas. Vuelvo a recordar que siempre que hay un atasco la gente se agrega, por participar y por contar a los amigos: “Yo estuve allí”.

La culpa de este pifostio no la tiene Cabrera con sus planes de tráfico, sino Alfredo Sánchez Monteseirín. Y no por la Zona Franca de ahora, sino por su Alcaldía de antaño, cuando le dio las bendiciones a la Torre de Pelli. Era cuando Zoido estaba en contra, pero después la vio muy crecida.

Y ahora es un éxito, un pelotazo, como ha quedado claramente demostrado con los atascos del fin de semana.

José Joaquín León