EL alcalde, Juan Espadas, tuvo jornada de mañana y tarde en la Catedral el viernes, día de San Clemente. Por la mañana portó la espada de San Fernando, conocida como la lobera, en la tradicional procesión, en la que le acompañaron algunos concejales. Por la tarde asistió a la toma de posesión de Francisco Vélez y demás miembros de la nueva junta del Consejo de Hermandades y Cofradías, en la que le acompañaron algunos concejales. Al alcalde sólo le falta que le pongan un despachito en la sacristía de la Capilla Real. Pero esta es una realidad sintomática: en Sevilla la Catedral es más importante que el Ayuntamiento.

Yo se lo dije, cuando lo saludé tras la toma de posesión del Consejo: “Alcalde, hoy has estado más tiempo en la Catedral que en el Ayuntamiento”. Y él recordó que, por medio, también había asistido a la misa de corpore insepulto de Mariano Bellver, el coleccionista que donó el legado de la Casa Fabiola. El alcalde tiene el cielo casi ganado. Pero no sólo él. En la toma de posesión de Francisco Vélez también estaban el portavoz del PP, Beltrán Pérez, y el de Ciudadanos, Javier Millán, así como Juan Carlos Cabrera (que tampoco se pierde una, con permiso de los taxistas) y otros concejales. Se visualizó algo que el arzobispo, Juan José Asenjo, dijo en la homilía, con un toquecito de guasa: “En Sevilla el presidente del Consejo de Cofradías es casi tan importante como el alcalde”.

Es evidente (como también dijo el arzobispo Asenjo, en una homilía muy interesante y medida) que las hermandades tienen un papel importante en Andalucía en general, y en Sevilla en particular. Gracias a ellas, la religiosidad popular se mantiene en la sociedad, y es una barrera defensiva frente al falso laicismo que propaga el ateísmo. Este papel importante no da barra libre a las cofradías, sino que obliga a la ejemplaridad, porque la gente se fija en los detalles. Y sobre todo obliga a mantener los valores religiosos vivos.

Aparte de representar a los miles de sevillanos que son cofrades, resulta que tanto el alcalde, Juan Espadas, del PSOE, como los portavoces del PP, Beltrán Pérez,  y de Ciudadanos, Javier Millán, son católicos. Y otros concejales también, aunque no todos, claro, ni de todos los partidos. Aunque los sentimientos religiosos pertenecen a la privacidad de cada uno, al ser personajes públicos está bien que se sepa, porque para ellos también vale lo de servir: la ejemplaridad y el testimonio.

Se entiende que en la Catedral se portan diferente que en el Ayuntamiento. Y que no debería ser tan difícil alcanzar más acuerdos si se olvidaran de politiqueos.

José Joaquín León