ALGUNOS filósofos contemporáneos, como Jorge Valdano, sostienen que el fútbol es un reflejo de la sociedad. En Madrid y otras provincias confunden al Real Madrid con el equipo de España. En Barcelona y otras provincias catalanas dicen que el Barça es más que un club, con lo que quedó proclamado como un símbolo del nacionalismo. ¿Y los demás qué? También existen. Por eso, es curioso que se llegue al final de la campaña de las elecciones de Andalucía con el Sevilla FC como líder. Es un acontecimiento. Han transcurrido más de tres meses desde que empezó la Liga, y se acerca el tiempo de los polvorones, la pesadilla del entrenador. Lopetegui ya hizo las maletas en el campeón de Europa. Los tiempos están cambiando una barbaridad.

¿O no? En realidad, debería ser normal que lidere la Liga uno de los dos equipos de la capital de la autonomía con más población de España. Andalucía no se da a valer, ni su capital tampoco. Aquí viven 8,4 millones de personas que tienen un peso decisivo en España. ¿Por qué vienen de excursión Pablo Casado y Albert Rivera en esta campaña? ¿Por qué  Pedro Sánchez y Pablo Iglesias apenas han venido y han cedido todo el protagonismo a Susana Díaz y Teresa Rodríguez? ¿Por qué la carcundia mediática madrileña alienta a Vox a ver si saca la cabeza en Andalucía?

El liderazgo y la referencia sevillana en España debería ser lo normal. No sólo en el fútbol. También en la economía y las empresas, en la ciencia y la investigación, en la ingeniería y la arquitectura, en el arte, o en la influencia política que determina el progreso. Todavía a Sevilla la siguen etiquetando con la Semana Santa y la Feria, con la copla y el flamenco, con el toreo y los caballos. Sólo con el folklore y el artisteo, en líneas generales.

Sin embargo, el fútbol es un barómetro como los del CIS. El Real Madrid va este año como un alma en pena, y ha coincidido con los tiempos en que está siendo más difícil que Florentino consiga los 500 millones que pretenden, tras dar importantes pelotazos con sus correspondientes éxitos en Europa. Y el Barcelona no ha ganado la Champions, a pesar de tener a Messi, desde que se montó lo del proceso ilegal para la declaración de independencia. Aunque es verdad que ganó la última Liga en España y todas las Copas del Rey de los últimos años, que es una oportunidad para montar jaleo y silbar al himno.

El liderazgo sevillano suena raro, a pesar de los títulos del Sevilla FC en los últimos años. Hay demasiada resignación. Y la mala costumbre de creer que lo nuestro es el título de campeones del paro.

José Joaquín León