EL discurso de Juan Manuel Moreno Bonilla, en la toma de posesión, estuvo salpicado de momentos emotivos, especialmente el recuerdo a su padre, que no era un rico de las multinacionales, sino un emigrante andaluz. Por eso Juanma nació en Barcelona, porque su familia había emigrado. Los discursos de toma de posesión son como los pregones, salvando las distancias, porque se intenta decir cosas bonitas, y no son como los rifirrafes parlamentarios, cuando se ponen vestidos de limpio de palabra. Por el contrario, en las tomas de posesión se visten de limpio los que se tienen que vestir, es decir los que se acicalan, como pasa en los pregones. Allí no hace falta disfrazarse de pordiosero o pordiosera para parecer más de izquierda.

Pero la toma de posesión del nuevo presidente de la Junta fue también una toma de posición. Primero por los que acudieron. Estaban los líderes de su partido, el PP, empezando por Pablo Casado, pero también Mariano Rajoy y Soraya Sáenz de Santamaría, a los que siempre apoyó. La presencia de Soraya es llamativa, después de que Isabel Díaz Ayuso, candidata del PP a la Comunidad de Madrid y forofa casadista, dijera que ella se hubiera ido del PP en caso de haber ganado Soraya. Es una forma rara de cerrar heridas internas, pero hay gente para todo en los partidos. Fíjense en Podemos, qué buen ejemplo.

Volviendo a la toma de posición, también acudieron Manuel Chaves y José Rodríguez de la Borbolla, dos caballeros de la política. La gestión de Chaves como presidente de la Junta pudo gustar más o menos. Su implicación en el caso de los Eres está por definir, aunque ya está condenado porque a los políticos no les vale la presunción de inocencia. Sin embargo, Chaves asistió la toma de posesión de Moreno, dos días después de que otros socialistas viajaran en autobuses para protestar.

El nuevo presidente es malagueño y sucede a una trianera, que también asistió al acto, y que desde ahora es la lideresa de la oposición andaluza, a pesar del juego sucio de su compañero de La Moncloa. Habrá que ver si el nuevo Gobierno andaluz es capaz de atender las reivindicaciones de Sevilla, que se ha sentido maltratada en los últimos años por la Junta de Andalucía, con un largo catálogo de asuntos pendientes. El problema para Juanma Moreno es que las ocho provincias andaluzas se sienten maltratadas por la Junta. No se conoce ninguna provincia que esté contenta con la Junta. Y para que no falte de nada, Sevilla es la capital. Bueno ¿y qué pasa? Para Madrid y Barcelona no ha sido un inconveniente, sino una gran ventaja.

José Joaquín León