DECÍAMOS ayer que la Junta, en esta nueva etapa, debería reconocer con el nombramiento de Hijo Predilecto de Andalucía a Antonio Burgos, que se lo merece desde hace muchos años. Y nadie lo podría ver como un favor, porque él siempre ha sido independiente y ha repartido para todos, a izquierda y derecha. Pero no es el único caso de marginación. En el listado de medallas e hijos predilectos aparecen muchas personas que se lo merecían, pero también un montón de colegas y amigotes, casi todos de la misma cuerda. En el mundo del arte y la cultura han sido sectarios. Por ejemplo, no han concedido la Medalla de Andalucía a Luis Álvarez Duarte ni a ningún imaginero andaluz, mientras reconocían a artistas de inferior valía y méritos.

Supongo que detrás de esa marginación a la imaginería andaluza hay prejuicios religiosos. Si el PP y Ciudadanos quieren quitarse la espinita de la consejera articulista que insultó a la Semana Santa hace cinco años, ahora tienen una oportunidad. Conceder la Medalla de Andalucía a Álvarez Duarte sería un acto de justicia y un reconocimiento a la importancia de la imaginería dentro del arte andaluz contemporáneo, que no consiste sólo en lo abstracto y en los grupitos de colegas.

Luis Álvarez Duarte es un imaginero clásico, uno de los pocos que sigue tallando sin máquina, como los artistas de los siglos del esplendor. Es autor de imágenes de gran devoción, además de una escultura profana que también es muy importante. En Semana Santa salen obras de Luis en las ocho provincias y las ocho capitales andaluzas. Es más, tiene obras religiosas o laicas en todas las ciudades de Andalucía con más de 100.000 habitantes. Además de gran parte de España y el resto del mundo, incluida la Macarena de Nueva York.

Es incomprensible que Susana Díaz, siendo trianera, no le concediera la Medalla de Andalucía a Álvarez Duarte. Fue él, con la nueva policromía, el artífice del aspecto que hoy tiene la Esperanza de Triana, que a partir de ahí ganó en belleza; pero también contribuyó a aumentar la devoción, porque ese amor entra por los ojos.

Sería también un premio a ese niño sevillano, de una familia modesta y trabajadora, que quiso ser imaginero desde su infancia, cuando talló a la Virgen de los Dolores de San José Obrero, y que se consagró con la Virgen de Guadalupe, de Las Aguas, cuando apenas tenía 16 años.

Si no ha recibido la Medalla de Andalucía es por prejuicios contra la imaginería. Y ya es hora de que se reconozca el mérito a quienes, como Luis, convierten un trozo de madera en una imagen sagrada.

José Joaquín León