UNA de las principales incógnitas de la nueva Junta de Andalucía, tras la entrada del PP y Ciudadanos, es ver si cambian la actitud con el patrimonio artístico de Sevilla. Al menos, la consejera Patricia del Pozo (PP) ha sido nombrada para Cultura y Patrimonio. Durante los 36 años de gobiernos socialistas la atención al patrimonio ha ido menguando hasta caer en la desidia. Como muestra, un botón. La Junta mantiene abandonado un Bien de Interés Cultural desde hace 20 años. Me refiero a la antigua iglesia del Hospital de San Lázaro, que pertenece al SAS. La Diputación se lo cedió a la Junta, que ha incumplido las obligaciones exigibles a la propiedad de un BIC. Se encuentra en estado ruinoso y bochornoso, convertido en almacén. Adepa ha denunciando la situación. Los vecinos hablaron de la maldición del Norte.

La maldición del Norte es el abandono que sufren más allá de la Macarena. Afecta no sólo a la iglesia del hospital de San Lázaro, también al antiguo monasterio de San Jerónimo, al cementerio de los ingleses, a las naves de Renfe en San Jerónimo, e incluso a las murallas de la Macarena, que incluyeron en el lote. Pero la iglesia de San Lázaro, dentro de ese cupo, es un caso especial.  Está cerca del cementerio de San Fernando, lo que parece una casualidad alegórica. Ciertamente, se encuentra fuera de las rutas turísticas. Y como no está tan a la vista, se han despreocupado.

La antigua iglesia del hospital merece una restauración que la recupere. Es un templo de origen gótico-mudéjar, como otros de los tiempos siguientes a la Reconquista, fechado en el siglo XV, aunque reformado en el XIX. Está declarado oficialmente Bien de Interés Cultural. Y ya se ha visto el interés cultural que ponía la Junta en su conservación. Urbanismo municipal les notificó el riesgo de derrumbe del campanario y la azotea existente, por lo que propuso el desmontaje de las campanas, la veleta y la cruz, para su posterior colocación.

La torre octogonal está amenazando derrumbe, aparte de que se ignora el estado de las obras de arte que había en ese templo, ahora desacralizado, y que incluían cuadros y esculturas, entre ellas un Crucificado del siglo XVI. Se trata, pues, de una desamortización a las bravas, en las que la Junta de Andalucía no siguió el modelo Cinco Llagas, sino que optó por el abandono, contribuyendo así a la maldición patrimonial del Norte de Sevilla.

¿Y qué harán los nuevos en la Junta? Por sus obras los conoceremos. Acuérdense del patrimonio abandonado. No consiste sólo en cerrar observatorios y suprimir agencias de colocación de amigos.

José Joaquín León