SIGO con el caso del investigado Juan Carlos Cabrera, que puede condicionar la política sevillana en los próximos meses, incluso hasta las elecciones. Todavía es pronto para imaginar escenarios, hasta que el delegado de Movilidad declare el día 18, y se vean las consecuencias. Una organización que se autodenomina “progresista e independiente”, Facua, ya ha solicitado su dimisión. Sin embargo, me parece digna de reconocimiento público la actitud del líder de la oposición y candidato del PP, Beltrán Pérez, que ha pedido prudencia. Incluso ha ido más allá, al decir que confía que la declaración de Juan Carlos Cabrera permita deducir “su absoluta inocencia”.

En la política actual, esos comportamientos éticos y consecuentes resultan raros. El populismo de extrema izquierda y extrema derecha ha puesto de moda justo lo contrario: la demagogia, la insinuación, los datos manipulados, las medias verdades… Y, por supuesto, los intereses del partido, incluso por encima de la verdad.

Al optar por la prudencia, en vez de la demagogia, Beltrán Pérez se ha confirmado como un político fiable, con talla moral, con respeto a las personas, incluso por encima de sus conveniencias políticas. Tener en la picota a Cabrera, el edil que ejerce como mano derecha del alcalde Espadas, es una bicoca para el líder y candidato único designado entre los de la oposición. Probablemente, si rueda la cabeza política de Juan Carlos Cabrera, las posibilidades electorales del PP en Sevilla mejorarían. Teniendo en cuenta, además, que Ciudadanos le está haciendo la campaña gratis al PP. Pero Beltrán no se ha cegado por la codicia, en un caso donde todo parece exagerado.

La organización que ya ha pedido la dimisión de Cabrera, aunque se proclama “independiente”, además de progresista, suele coincidir con los planteamientos de Izquierda Unida, con la que ha mantenido posiciones comunes en temas como las ordenanzas fiscales, además de otros vínculos personales. Cada uno puede pedir lo que quiera. Pero cuando se habla de populismo y de demagogia no son palabras sin contenidos, sino que responden a hechos concretos, como se ha apreciado en el caso de Juan Carlos Cabrera.

Por eso, aunque todavía se ignore el desarrollo y las consecuencias de la investigación judicial, la actitud de Beltrán Pérez ha sido ejemplar. La oposición legítima se ejerce así: criticando al rival, proponiendo alternativas, mostrando otras opciones, pero también con la dignidad que diferencia a los verdaderos políticos de los oportunistas sin escrúpulos.

José Joaquín León